Los gobiernos actuales de Siria e Irak tienen en común con el Estado Islámico que todos contribuyen a la destrucción de ambos países y durante varias generaciones. Unos, desde la manipulación gubernamental; otros, desde el terrorismo indiscriminado.

Fue uno de los argumentos del profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Varea González, uno de los ponentes de ayer en la Conferencia de Expatriados Iraquís, que se celebra estos días en el Palacio de Exposiciones y Congresos Ciudad de Oviedo.

Varea habló de alianzas, algunas tácitas, otras simplemente inconfesables. La primera de ellas -dijo- es la de los Estados Unidos e Irán "países que comparten el condominio sobre Iraq". La segunda, la de los propios Estados Unidos con Rusia, potencias que toleran "la violación sistemática de los derechos humanos en Siria e Irak". Varea está seguro de que "Rusia jamás tuvo entre sus prioridades combatir al Estado Islámico sino consolidar su fuerza militar en la región". A su juicio la política rusa responde a un puro "imperialismo neozarista".

El tablero

Siria e Irak como tableros de un perverso juego de estrategias político-militares "que originaron la mayor de las crisis humanitarias". En números redondos, 12 millones de desplazados sirios y 5 millones iraquíes. Más de un millón de muertos civiles en Irak desde 2003 y por lo menos 310.000 víctimas mortales civiles desde que comenzó la guerra en Siria. "Una región que fue modelo secular de tolerancia se hunde hoy en medio de la violencia extrema y el clientelismo mafioso", destacó Varea ante unas 300 personas, la mayoría exiliados que provienen de países de Europa, América, Asia y Oceanía.

Se acaban de cumplir catorce años de la invasión de Irak por tropas estadounidenses. El resultado de aquella sencilla operación militar se puede considerar como abrumadoramente negativo. "Teherán ha sido el gran beneficiado de aquella invasión y de las tres décadas de ocupación posteriores", asegura Carlos Varea.

El profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Autónoma de Madrid, Ignacio Gutiérrez de Terán, recordó en su ponencia que en 2003 "no había movimientos islamistas radicales en Iraq", un país en el que se hace muy evidente "una degradación de la convivencia y el pluralismo". Gutiérrez de Terán criticó la política occidental "hipócrita" y el permanente entorpecimiento del proceso de apertura de la zona por parte de Rusia pero lanzó un mensaje de optimismo sobre las reformas en el mundo árabe. "La gente, sobre todo los jóvenes, tiene capacidad de cambio y lucha".