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BERTA PIÑÁN | Escritora y profesora

"Mis dos fíes son adoptaes, cola conciencia de teneles y de trabajar mucho el vínculo"

"Me tocó Cangues de profesora y sólo quería llorar la broma del destino, pero arreglé la casa los güelos, me reconcilié con el sitio de mi adolescencia y escribí"

Berta Piñán, en su casa de Caño (Cangas de Onís). MIKI LÓPEZ

Berta Piñán (Caño, Cangas de Onís, 1963) es una escritora en asturiano de la segunda generación del Surdimientu, con siete libros de poesía -el último, "La mancadura / El daño"- más una quincena de prosa narrativa, ensayo y literatura infantil. Tiene nueve premios.

Crecida en una familia de comerciantes de derechas, llegó a Oviedo con ganas de huir. Licenciada en Filología Hispánica, es profesora en Madrid. Tiene dos hijas adoptadas.

- Usted hizo Filología cuando una parte de mucho peso estaba en contra del asturiano.

-Éramos lo proscrito. Lo guay no era escribir en asturiano. Somos la segunda xeneración del Surdimientu y hay quexa y no tenemos la oficialidá, pero fue un privilegio haber caído en un proyecto ilusionante que nos formó sobre les llingües del mundo. Lo minoritario nos dio otra manera de ver. No tuvimos premios ni beques, que a lo mejor tampoco merecimos, pero la transformación cultural ye exitosa.

- ¿En qué asturiano escribía antes de la Facultad?

-En cangués. Luego contribuí a construir una lengua de cultura. Cada llibru nuevu era un acontecimientu. El nuestru aciertu fue que nos dimos cuenta de que, sobre todo, había que escribir bien.

- ¿Por qué Oviedo andaban?

-Por el Oviedo antiguo, con diferentes ambientes. Los ochenta fueron muy duros: drogas en la calle, mucha noche, pocas clases. Calles Mon y Oscura, Salsipuedes, El Paraguas, La Santa Sebe, La Santina, Carmen 13. Luego Llan de Cubel, Gascona, El Gato Negro, Las Mestas, el Fontán...

- Drogas.

-Compartí piso con gente que fumaba y yo fumé alguna vez, aparte de tabaco. El hipismo y la libertad eran una cosa, pero la heroína daba otra sensación de peligro. Y el sida acabó la fiesta.

- ¿Qué quería ser después de acabar la carrera, en 1984?

-Escritora, incluso antes de escribir. No oposité por escribir... para aplazar el destino. Empecé a vivir con Xuan Bello y teníamos que resolver la vida en común.

- ¿Cómo se arreglaban?

-Trabayábamos en coses de poca monta con la Conseyería de Cultura. Después, la vida me llamó por teléfono a casa y me avisó de la Conseyería d'Educación de que había una plaza de interina en Gijón para empezar. Dije que lo iba a pensar y contesté sí en seguida. Empecé en el Xovellanos y empalmé otra sustitución para el Instituto de La Luz, Avilés.

- ¿Le gustó la docencia?

-Al principio, la docencia te arrolla todo el tiempo. Al tercer año estaba en el subidón de tener un sueldo, que nos cambiaba la vida y no contábamos con ello, y en un trabayo guapo, pero sentía que estaba fracasando porque iba a renunciar a ser la escritora.

- ¿Cuándo dejó de sentirse así?

-Notar la libertad de la independencia económica me hizo adulta. Xuan se permitió a sí mismo seguir con el proyecto de ser escritor a tiempo completo.

- ¿Y las oposiciones?

-Fui un año a Madrid a ver el examen, que ni leí, y pasé unos días en casa de Fonsu Velázquez, otro escritor en asturiano. La segunda vez me examiné sin prepararlo, salí de marcha, volví con Xuan y al llegar alguien me llamó pa decime que aprobara.

- Y a "la encerrona" en 1990.

-Sí, ibes con una maleta llena llibros y yo no sabía qué llevar. María Jesús Polledo y Chuchi Villaverde me asesoraron: lleva los libros de texto de COU. Un gran consejo. Así saqué la oposición. Me tocó el Alfonso II, luego en el Piles y en Cangues d'Onís.

- ¿Quería Cangas?

-No, sólo quería llorar la broma cruel del destino.

- ¿Cuánto pasó?

-Ocho años. Me reconcilié. Arreglé la casa los güelos en Cañu y fui a vivir allí. Viví de otra manera venir de adulta independiente a lo que había dejado de adolescente, y llegó un montón de xente nuevo y lo pasábamos fenomenal. Escribí "Temporada de pesca", un reencuentro con lo rural y la infancia con mirada adulta y crítica. Saqué también "Un mes". Algunos fines de semana iba al piso de Oviedo.

- ¿Cómo vivió la enseñanza?

-Con entusiasmo. Fueron los años de la LOGSE, creativos y con medios para implantar el Bachiller de Artes.

- Marchó a Madrid en 2002.

-Estuve en el centro de formación del profesorado de Llanes y un año en Pola de Siero. Pedí excedencias para vivir de la escritura, di algún taller en Cangues y en Oviedo por recuperar antes de los 40 años la idea de vivir de la escritura. Descansé y volví a ver les ventajes de la docencia y reconecté con lo más creativo. Empecé a vivir entre Madrid y Asturias.

- ¿Madrid para qué?

-Quería un mundo más diverso, menos repetido, un no sitio sin vinculaciones ni asideros. Disfruté el anonimato: cuatro horas seguidas sin saludar ni ser mirado. Tenía 37 años y me puse a cero.

- ¿Qué pasó?

-Tuve amores, que pertenecen a lo más privado, y una relación conflictiva con Madrid: me pregunto qué hago en el atasco y otras veces paseo y recupero el vínculo. Vivo en Argüelles, como la xente de fuera, saludo por la calle y tengo donde volver.

- Sus hijas de 15 y 13 años.

-Son adoptaes. Hay una conciencia clara de querer teneles. Andrea está adoptada de tres meses en Guatemala. Alma ye de Nepal y tenía 4 años.

- ¿Cómo se decidió?

-La idea de tener hijos no me persiguió toda la vida, pero era una posibilidad. La adopción es, sobre todo, incertidumbre. En la gestación tampoco sabes mucho, pero vas notando el proceso.

- La experiencia del bebé.

-Es la más parecida a la biológica. Hay casi un inmediato enganche emocional.

- ¿Y la de Alma?

-Exigió más conciencia. En la adopción puedes recibir una personina dañada. En todo adoptado hay el daño del abandono. Una cría de 4 años no te tiene que adorar sólo porque la sacas de un mundo demencial. Tiene un estrés impresionante porque los arrancas del único mundo que conocen a un Marte donde aprende inmediatamente a sacar provecho de la situación.

- ¿Cómo se defiende de eso?

-Siendo consciente de que el éxito se mide en años. Hay que trabajar mucho el vínculo, que, aunque no lo parezca, es muy lento. Se tiró a mi abrazo cuando nos conocimos, pero eso es una foto. Tiene muchos recuerdos de sus padres y de los orfanatos.

- ¿Qué tal diez años después?

-Muy bien. En un tiempo tuve que ayudarme de una terapia para ella porque había cosas que yo no sabía resolver. Hubo mucho trabajo, mío y suyo. El mayor fue cuando se dejó. Fue muy mágico, como un segundo nacimiento.

- Las adoptó con su pareja, de la que está ahora separada.

-Sí, pero lo hicimos con muchísimo cuidado y mantienen los vínculos. Mi plus de maternidad no es meritorio, ye lo que me tocó facer. En seguida me van a pedir respuestas que acaso no pueda resolver. Tienes tus miedos, pero crecen también y se van transformando. Los hay en los hijos naturales, pero aquí hay alguno más.

- ¿Qué tal cree que la trató la vida hasta ahora?

-Bien. Tengo salud, una familia con la que puedo enfadame y desenfadame, dos hijas, mucha amistad y un pegoyu importante: la pasión por la literatura y la poesía, que no me abandonó un solo instante y sigue ampliándose. Es un privilegio. Es muy íntimo y por eso no te lo arrebata la vida.

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