Antes que socorrista, Fernando Balbín fue (y sigue siendo) surfista. Por casualidades de la vida, su primer rescate lo hizo este año con una tabla en vez de con el salvavidas de vigilante de la playa. "Fue el mismo día que firmé el contrato de socorrista en Salinas. Eran las 6 de la tarde y vi a tres surfistas en apuros. Tuve que acabar rescatándolos. Eran unos turistas que habían alquilado el equipo y entraron solos a la mar", cuenta Balbín, de 29 años. Fue el primero de muchos rescates, tanto como socorrista como surfista. "Algunos bañistas esperan a que terminemos a las siete y media nuestra jornada laboral para aprovechar y darse un chapuzón en el mar. Así que muchas veces me subo a la tabla y acabo sacando del agua a dos o tres personas", asegura.
Rodrigo Álvarez es otro de los muchos surfistas asturianos que, ante la falta de salvamento, actúan como salvavidas. El ovetense afirma que los rescates suceden con frecuencia y siempre por desconocimiento. "La gente no es consciente del peligro real que tienen las playas. Y en el momento en el que no hacen pie, se ponen nervioso y el ahogamiento se produce en menos de un minuto", expresa. Estas situaciones de riesgo se producen sobre todo en días de buen tiempo y de saturación en la costa. "La mayoría respeta las normas, pero ves que una parte se la saltan. Entran en el agua como diciendo 'a ver si no me ven'. No son conscientes del peligro", añade.
Otro surfista de Salinas, que prefiere mantenerse en el anonimato, confiesa que tuvo que socorrer este verano a una mujer poniendo en riesgo su vida. "Estaba con unos niños dando una clase de surf y una mujer empezó a pedir auxilio. Al final te ves obligado a ir, dejando a los críos solos". Los surfistas entran en el mar con bandera roja, porque aseguran que la tabla es "un flotador", que en caso de peligro les saca a la orilla.
