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La asociación de ideas gana peso frente al razonamiento a la hora del aprendizaje

El congreso de Psicología Comparada de Oviedo revitaliza el debate sobre qué permite al cerebro inferir las relaciones causa-efecto

El investigador Mark Haselgrove, ayer en el Auditorio, a la espera de impartir su conferencia. LUISMA MURIAS

¿Qué es lo que nos permite deducir palabras basándonos en la percepción de los movimientos labiales, o calcular la distancia entre nuestras manos y un objeto para agarrarlo? Responder a estas preguntas obliga a plantearse cuáles son los mecanismos por los que se rige el aprendizaje causal, es decir, ese que nos permite establecer relaciones entre distintos elementos.

¿Es nuestra capacidad asociativa la que nos permite inferir relaciones causa-efecto? Esta fue la teoría tradicionalmente aceptada, hasta que resultó cuestionada en los años 90, cuando nuevos estudios pusieron el foco de atención sobre los llamados "procesos proposicionales", esto es, aquellos en los que interviene el razonamiento y que a menudo han sido considerados de un nivel cognitivo superior respecto a los asociativos.

El investigador de la Universidad de Málaga Pedro Cobos trasladó este arraigado debate a la segunda jornada del congreso internacional de la Sociedad Española de Psicología Comparada, con una conferencia en la que repasó el origen de una discusión que "dividió a los investigadores, aumentó significativamente el número de estudios en este área y, sobre todo, creó la necesidad de desarrollar una metodología para probar la evidencia de que los procesos asociativos también intervienen en el aprendizaje causal", explicó.

En esta línea giran los experimentos realizados por este investigador, algunos de los cuales fueron ampliamente detallados ayer, para permitir llegar a la conclusión de que "el aprendizaje causal no se entiende teniendo en cuenta únicamente los procesos proposicionales", por lo que "debemos ampliar nuestra concepción de los procesos asociativos".

En efecto, a juicio de Cobos, el debate está en muchas ocasiones determinado por "algunas suposiciones no siempre bien fundamentadas, que tienen consecuencias de acuerdo con las estrategias experimentales utilizadas y las conclusiones arrojadas por algunos estudios". Por esta razón, el psicólogo malagueño sostiene que "encontrar evidencia de un proceso frente al otro no sirve para decantarse por él porque el equilibrio entre ambos puede variar según cómo midamos el aprendizaje".

Cobos incidió, además, en que las teorías del aprendizaje causal no se restringen exclusivamente al ámbito comunicativo, sino que intervienen también en aspectos como el aprendizaje emocional o la formación de hábitos, como, por ejemplo, la deducción de que lavarnos las manos después de haber tocado algún objeto sucio nos permite eliminar los gérmenes.

Para terminar, el investigador malagueño subrayó la importancia de desarrollar nuevas líneas de investigación en estos ámbitos, así como de estudiar las interacciones que existen entre ambos procesos de aprendizaje causal.

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