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Me quedo en el pueblo | Santullano

Una nueva vida en Las Regueras

Kike Flores e Isabel Haro dejaron atrás Barcelona para establecerse en Asturias y dedicarse a elaborar cerveza artesanal

Los dos comparten la pasión por la cerveza, aunque el maestro elaborador sea él. La historia de Kike Flores e Isabel Haro es la historia de dos personas que apostaron fuerte por cambiar su forma de vida y hoy se sienten satisfechos de haberlo conseguido y de estar donde quieren estar. Llegaron hace un tiempo de Barcelona, donde han vivido hasta hoy y donde formaron una familia. Para ninguno de los dos les fue nunca extraña Asturias; no en vano, la madre de Isabel era asturiana y, como recuerda Kike, "siempre pensamos en instalarnos aquí porque llevamos veinticinco años viniendo siempre que podemos y fue nuestra primera opción de cambio".

Él es técnico en frío industrial y ella enfermera. A la elaboración de cerveza le cogieron afición tras visitar a Carlos Rodríguez, de la masía Ales Agullons, gran maestro cervecero español. "Él me introdujo en este mundo y me incitó a hacer cerveza. Siguiendo sus consejos, la primera elaboración la hice en su masía, 500 litros destinados a la inauguración de nuestra microcervecería en Santullano, el pasado mes de julio, donde fabrico la cerveza y la vendemos en la cervecería. Quedamos asombrados con su acogida. En un principio pensábamos seguir con nuestros trabajos y realizar la cerveza en cantidades pequeñas, pero tuvo tanto éxito que ya la dedicación es plena", señala Kike. Con el nombre de Dai, elabora siete tipos de cerveza artesanal, "y ahora vamos a hacer una receta pensada aquí, en Asturias. Creo que podremos llegar a elaborar sobre unos 1.500 litros al mes", añade Kike, quien al tiempo destaca que "los lúpulos son del lugar del tipo de cerveza que hacemos, cuando se trata de cerveza inglesa, el lúpulo es inglés y si es alemana, también el lúpulo. Lo mismo pasa con la malta".

En cuanto a su cambio de vida, Isabel dice que "teníamos claras mucha cosas, que queríamos dejar Barcelona, que queríamos hacer cerveza y que queríamos vivir tranquilos en un pueblo de Asturias el resto de nuestra vida. Lo vendimos todo y para aquí nos vinimos. Se acabó el estrés y ahora hay otras preocupaciones, pero que entran dentro de lo normal de cada día. Estamos muy contentos e ilusionados con lo que hacemos y la vida que llevamos".

Kike añade que "se puede ir al mundo rural con muchas ideas, no sólo tiene que ser ganadería o agricultura. Se pueden hacer muchas más cosas. A veces el destino te lleva por caminos que no esperas y de repente, de una casualidad, encuentras una forma de vida que te llena".

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