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Me quedo en el pueblo | Castro de Sierra

Nacida para ser ganadera

Laura García, de 17 años, aspira a ser la cuarta generación de mujeres de su familia en una profesión de la que se confiesa enamorada

Laura García Fernández con su vaca "Princesa", que su abuelo Celestino le regaló cuando era una xatina, hace unos cuatro años. ANA PAZ PAREDES

María del Pilar Fernández Álvarez, madre de Laura García Fernández, de 17 años, recuerda con ternura y simpatía aquellos días en que su hija mayor ya hacía pinitos como ganadera siendo aún muy pequeñina. "Lo de mi hija es pasión por la ganadería. Recuerdo cuando no levantaba un palmo y con cinco o seis años la veías venir ahí por el camino con las vacas detrás de ella. Iba con el abuelo a buscar los animales al prao y veías esa nena pequeña con ese montón de vacas detrás, era algo tremendo", dice.

En la cocina de su casa de Castro de Sierra, en la parroquia de Santianes de Porley, en Cangas del Narcea, Laura García Fernández comparte charla y café con las mujeres de la familia. Allí vive la bisabuela Benigna, la abuela María Ana y su madre, María del Pilar, todas titulares de la ganadería familiar a lo largo del tiempo. Ella espera convertirse, algún día, en la cuarta generación al frente de la misma una vez termine sus estudios y su preparación. "Estoy estudiando en Oviedo, pero los fines de semana me vengo para el pueblo. Allí estoy haciendo un módulo de Farmacia. Cuando lo termine espero ir a Cantabria para hacer el curso de Asistencia y Bienestar Animal. Escogí lo de Farmacia por hacer algo y por tener otra formación, porque el saber no ocupa lugar, pero lo que tengo claro es que yo quiero ser ganadera titular cuando me llegue el momento, lo he sabido siempre", dice esta joven con una seguridad y un aplomo que impresionan a su edad.

Laura García comparte su pasión por la ganadería con su padre y también mientras vivió con su abuelo Celestino. "Tengo una hermana pequeña, de 14 años, pero las vacas no le gustan nada. Yo era la favorita de mi abuelo y le gustaba mucho cuando le acompañaba con el ganao desde piquiñina. Él me regaló mi vaca 'Princesa', que forma parte de la ganadería que tenemos aquí, unas ochenta cabezas entre madres y crías de xata roxa. Ahora estoy formándome, pero en cuanto acabe espero poder darme de alta y convertirme en ganadera como todas las mujeres de mi casa que me precedieron", dice ella, que mientras tanto sigue disfrutando cada fin de semana de su pueblo y de ese ganado por el que siente auténtica pasión.

Sus 17 años no le impiden conocer de primera mano la situación del campo asturiano, y es clara a la hora de opinar ello. "Empezar desde cero hoy en esto es imposible, otra cosa es cuando hay una ganadería en la familia, y ya es difícil también. Hay pocas ayudas, luego están los daños del oso, después nos vienen con esto de los purines; en fin, todo son trabas. Ahora bien, si me preguntas si el campo tiene futuro, yo te digo que sí, creo que sí; pero, claro, también pienso que tiene que gustarte, que tienes que llevarlo dentro, tener pasión por lo que haces para salir adelante. Yo soy consciente de lo duro que es este trabajo y no me quita para nada las ganas de ser ganadera, todo lo contrario", afirma.

La ciudad no es para ella y se ve dentro de 20 años "viviendo aquí, en mi pueblo y al frente de la ganadería". Su juventud y su firmeza no le impiden reencontrarse con sus amigos de Cangas del Narcea y disfrutar con ellos del tiempo de ocio de cualquier sábado. Algunos, también como ella, con pasión por el campo asturiano y por un oficio que tiene continuación en gente joven con tanta fuerza y tanta pasión como Laura García Fernández.

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