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GUILLEM MARTÍNEZ | Periodista y escritor

"En Cataluña, la propaganda pesa más que la realidad"

"El procés ya es sólo sentimental, pero un 48% de la gente va a seguir votando eso"

Guillem Martínez, ayer, en Oviedo. IRMA COLLÍN

Guillem Martínez viene a decir que procesar al "procés"no ha sido una buena idea. A sus ojos de observador distante de los dos bandos de la Cataluña difícil de hoy, el resultado es un embrollo social en el que lo poco que pudiera haber habido alguna vez de programa político independentista ha cedido ante el sentimentalismo y la simple "autorreferencia del sufrimiento". Periodista y escritor, participó ayer en Oviedo en la mesa redonda "Otra idea de España, un republicanismo para el siglo XXI", dentro de los "Alcuentros de primavera" del Institutu Asturias 2030.

- El presidente de España y el de Cataluña se dirigen la palabra. ¿Espera algo del cambio de escenario?

-Parece que va a ser una legislatura corta en la que habrá cambios más gestuales que estructurales. No creo que haya soluciones ni para éste ni para otros problemas antes de que surja otra mayoría tras las próximas elecciones. No obstante, el hecho mismo de que se dirijan la palabra ya es un cambio de 180 grados. No hablo ni siquiera de negociar. Me parece que Rajoy y Puigdemont no hablaban desde agosto y eso no es de profesionales, era una discusión entre amateurs.

- ¿Dan ese perfil Sánchez y Torra?

-Se trata sencillamente de hablar. Supongo que el tema de conversación son los presos, que es cierto que están en una casilla no negociable, pero a los que sí se puede valorar aplicarles la ley, en el sentido de que la presión preventiva ha sido excesiva y ha estado fuera de lugar para el delito cometido, que parece que no es tanto una rebelión como algo mucho menor y emparentado con la ficción.

- ¿Puede llegar entenderse con Torra alguien que no piense como él?

-Aún no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que el procesismo, entendido como el intento de crear un objeto con el que poder negociar con el Gobierno, ha fracasado. Todo el mundo lo sabe, nadie lo dice, pero en el lado procesista hay gente que sigue creyéndoselo. Pesa más la propaganda que la realidad. Y eso es lo que no sabemos, hasta qué punto Torra, o cualquier otro interlocutor, está del lado de la propaganda o del de la realidad. El problema es que la propaganda va a seguir existiendo y que es improbable que desaparezca mientras haya gente en la cárcel.

- ¿El diseño del gabinete de Pedro Sánchez manda mensajes contradictorios a Cataluña?

-Está enviando un mensaje a todo el mundo. Está indicando que va a haber muchos gestos, que son baratos y demostrarán que la gran diferencia entre derecha e izquierda es la amabilidad. Poco más. Las izquierdas son muy de gestos, y sería bueno que se pusieran las pilas y aparte de la amabilidad hicieran cosas estructurales. Pero también es verdad que con amabilidad no puede haber presos. Sin fastidiar la separación de poderes, todo esto se tendría que llamar al orden, porque no se puede penalizar toda la vida política de una sociedad.

- ¿También se van a poner a prueba ahora las costuras de la separación de poderes?

-Hay gestos. Hubo un intento de Sánchez, antes de ser presidente, de reformular el delito de rebelión. Era una manera de establecer una solución elegante sin afectar a la separación de poderes, con una condena muy baja que se podría indultar.

- ¿Sigue pensando que nadie, salvo la CUP, cree de verdad en el procés?

-Sí, e incluso diría que la situación está ahora más depurada. Todo lo que ha pasado en Cataluña lo ha hecho el Estado. La violencia del 1 de octubre, la represión judicial? Y el resultado ha sido una sociedad que se contenta con la autorreferencia del sufrimiento. La sensación es que hay más un recrearse en el sufrimiento que un programa político. Yo llegué a dudar de que hubiera un programa tras el procés, ahora ya no dudo. El programa es sólo sentimental: presos, dolor, lacitos amarillos? Pero hay un 48 por ciento de la sociedad que votará esto durante los próximos veinte años. A estas cosas tan bonitas se llega cuando un gobierno no dialoga y aplica el Código Penal.

- El título de su libro de 2016, "La gran ilusión", jugaba con la polisemia del término: ilusión era esperanza en la calle y ficción y propaganda en las instituciones. ¿Sigue así?

-La ilusión ahora es sufrimiento. Y eso no es positivo. La posverdad consiste en meter ingredientes sentimentales en la información. Con sentimentalidad, política y vida, poca.

- ¿Podemos se ha equivocado en el proceso catalán?

-No les ha sentado bien. Comuns ha sido muy ambiguo. En un momento en el que una parte importante de la sociedad no quería entregarse a uno de los dos nacionalismos en la plaza, se han quedado huérfanos. Y era un buen momento para haber establecido una beligerancia territorial sin nacionalismos que no se ha hecho.

- ¿Y si las elecciones fortalecen a Ciudadanos?

-Ciudadanos tiene gato encerrado, porque su electorado catalán es diferente al del resto del Estado. El de Cataluña quiere un incremento de la autonomía y está cabreado con el procés. En el resto del país se vende como un partido patriota, pero si sigue por ahí no le votará mucha gente en Cataluña. Y sólo hay un partido capaz de ganar España sin Cataluña, y es el PP.

- ¿Esta herida es irrecuperable?

-Se han pasado fronteras. Se ha mentido mucho, se ha hecho información y política para un sector de la sociedad y se ha jugado con principios que compartía toda la sociedad. No hubo diálogo y sí el discurso del Rey, muy importante porque da pie a pensar que la democracia española se ha reinterpretado. Ahora es innegociable, es más autoritaria, no tiene nada que discutir con nadie y no descarta la violencia.

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