Lo del Pocero en Avilés da para otra columna. Lo que le pedíamos al Alcalde, realmente, era que nos contase quién es ese paisano que comenzó su peripecia urbana con un chaletín esquinado y acabó siendo el urbanista mayor del municipio, pero nada, no hay manera de aclararse; ahí sigue el chaletín aupado sobre la hondonada de El Quirinal, y se supone que por esos andurriales andará su propietario, pero todo son suposiciones.

Ahora resulta que el Ayuntamiento de Piélagos, Cantabria, ha rebanado un monte para construir chalés, o sea, igualito que aquí, en Valgranda, bajo las Doroteas, pero con la diferencia de que los ecologistas cántabros han presentado recursos ante los tribunales para detener semejante expolio; o sea, que la cosa está clara, si tales recursos prosperan, demolición chaletera al canto.

¿Y en Avilés, qué?; pues en Avilés, nada, que aquí no hay quien se inmute ni se dé por aludido, empezando por el Alcalde; las urbanizaciones contra ley y contra el sentido común siguen creciendo por Valgranda y El Quirinal y no hay quien les meta el freno y marcha atrás, lo que desalienta a unos ciudadanos desprotegidos ante semejantes abusos, que es la fatalidad de los vecinos de Avilés.

O sea, resumiendo, la situación, el Ayuntamiento cántabro de Piélagos está a punto de recibir una quinta sentencia de derribo por construir cuatrocientas viviendas rebanando la ladera de un monte, mientras que en Asturias, pegadita a Cantabria, el Ayuntamiento de Avilés sigue tan pancho rebanando montes para construir sin que nadie ose recurrir.

Y, efectivamente, daba para otra columna la situación de Avilés de ese presunto Paco el Pocero, un tipo cuya ignorada personalidad es uno de los secretos mejor guardados por el Alcalde. ¿Por qué será?