Hay un rigor casi hebreo en el empresario Julián Rus Cañibano que le lleva a tomarse las cosas, por pequeñas que parezcan, totalmente en serio. De manera que cuando me recibe en su nave de Los Telares del Parque Empresarial ya se ha hecho con un dossier de otros retratos aparecidos en esta serie con el fin de tener idea de qué va el asunto. Esto que podría parecer intrascendente no lo es, porque denota una curiosidad por lo que hacen los demás que distingue al personaje, que, aparte de ser un destacado emprendedor, despunta en amabilidad.

Rus, no sé si me equivoco, creo que es de esas personas que se desviven por no dejar nada a la improvisación. Cuando concertamos la cita para que me hablase de su vida, al mismo tiempo, le indiqué la necesidad de contar con una foto ad hoc, cosa que se preocupó en las horas siguientes de preparar a conciencia.

-He pensado en varios decorados.

Indudablemente, es una persona discreta, con un acusado sentido del ridículo, que huye de los focos. La prueba está en que, mientras Miki López dispara, observa a un lado y a otro preocupado por las miradas de los empleados que siguen con atención la jugada.

-No quiero risas. Luego hablamos. Bromas, ninguna. ¿Por qué no os vais a tomar un café?

Julián Rus nació en Astorga, pero lleva en Avilés 35 años y está tan integrado en la vida social de la ciudad que se implica una y otra vez en cuantas actividades cívicas se le presentan.

-La sociedad te da mucho y creo que hay que devolverle parte de ello.

Es miembro del comité ejecutivo de la Cámara de Comercio, forma parte de la sociedad Amigos del País y de la fundación que promueve el órgano para la iglesia de Sabugo, asimismo de los Rotarios. Pero, antes, ocupó cargos directivos en la Unión de Comerciantes (UCAYC), de la que fue cofundador y primer secretario, y perteneció a Fundavi.

Si hay alguien que le ha tomado la temperatura comercial a Avilés es Rus. En menos de una hora de conversación le he escuchado media docena de reflexiones sobre el comercio dignas de un líder del segmento. De hecho, el grupo textil Los Telares ha experimentado en los últimos años un crecimiento espectacular. Mantiene en estos momentos abiertas 125 tiendas de ropa en toda España, salvo en las islas, y si no ha dado todavía el salto internacional es por una necesidad perentoria de suelo donde llevar a cabo una expansión de sus almacenes y naves. Hay un clamor por la falta de suelo industrial. Rus se ve obligado a repartir sus divisiones de almacenaje entre el polígono de Las Arobias y el Parque Empresarial. Pero busca el reagrupamiento para crecer, en total unos 40.000 metros cuadrados de superficie. Un drama, la falta de suelo a buen precio donde instalarse, que impide a los empresarios más emprendedores de la comarca alcanzar mayores objetivos, cuando las previsiones en materia de vivienda, sin embargo, se disparan hasta los 17.000 pisos.

-Es un problema comarcal. El Principado tiene la facultad de resolverlo.

Los Telares es un «boom» comercial basado en el fenómeno Inditex, relación calidad-precio, rotación del producto, escaparatismo, etcétera. Comparar a Amancio Ortega con Julián Rus es una exageración fuera de cualquier lógica aun tomando como referencia la escala, pero Rus pone al empresario de Zara como un ejemplo a seguir, lo mismo que a El Corte Inglés, los dos máximos exponentes del comercio español en el mundo.

Ropa digna a un precio barato. Así se resume a grandes rasgos Los Telares. Julián Rus sostiene que frente a la moda de las marcas existe en estos momentos un interés por parte del consumidor en presumir de que compra bien a un coste razonable. Y a partir de ahí es donde empieza a funcionar esta idea suya del comercio fundada en ofrecerle al cliente unos pantalones, una camisa o un vestido que pueda pagar sin necesidad de tener que hipotecarse.

Y ustedes se preguntarán de dónde surge esto. Los padres de Julián Rus tenían un pequeño negocio de ropa en Astorga, pero eso no daba para cubrir las necesidades de las cuatro familias que dependían de él, el propio Julián y sus tres hermanos. Así que un buen día decidió venir a Avilés para instalarse en la calle de La Muralla. De esta manera abrió sus puertas Pantalones Rus, que marcaría el camino de otras dos tiendas más hasta llegar a Los Telares y a todo lo que vino más tarde, precipitando el éxito en los negocios. En la actualidad, el grupo emplea entre 750 y 800 personas en las distintas tiendas del país, sin contar las franquicias. El 60 por ciento de la ropa que vende Los Telares se confecciona fuera de España, mayormente en China, y el resto dentro del territorio nacional. Pero el grupo mantiene una seña inequívoca asturiana en sus tiendas fuera de aquí. «Ser asturiano facilita las cosas», dice Rus. Y practica, además, con el ejemplo, ya que un 80 por ciento de la obra y del montaje, cada vez que se abre un nuevo establecimiento, lo lleva a cabo empresas avilesinas.

-Solamente contratamos fuera lo que resulta complicado llevar. Las lunas, por ejemplo.

Ya digo que existe una formulación del comercio en Rus basada en la temperatura local que le permite explicar la evolución de la ciudad por medio de los cambios experimentados en el sector. Recuerda cómo Ramón Toldao, un conocido y apreciado comerciante avilesino del ramo, le decía que hubo un tiempo en que se veía obligado a abrir la tienda los domingos por la mañana porque no podía atender en los días laborables la demanda de tantos clientes.

-En Avilés hubo unos años en los que la demanda era mayor que la mercancía. Ahora lamentablemente ocurre al revés, hay mucha más mercancía que demanda.

Ese fenómeno de ventas como consecuencia de la llegada de la gran industria permite a Rus razonar el motivo de por qué el comercio local se ha ganado el sambenito de descuidado con respecto al de Oviedo y Gijón.

-Hay que darse cuenta de que las tiendas, ante la avalancha, disponían incluso de doce personas detrás de un mostrador, y los empleados no tenían tiempo para pensar en ser unos buenos vendedores. Sólo en vender lo que les pedían. Pero en Avilés ha habido y hay buenos comerciantes.

El negocio le ocupa doce horas del día, pero así todo Rus busca tiempo donde puede para asistir a una conferencia o un concierto. Y también para leer, que es una de sus aficiones.

-Las aficiones las tengo un poco dormidas. Por eso empiezo a necesitar algo más de tiempo para mis cosas.

Una afición y gorda es Avilés.

-A los avilesinos nos ha costado mucho querer a la ciudad donde vivimos.

No lo dudo. Habría que preguntarse, en cualquier caso, por qué.