Ante la promesa hecha a un amigo de la prensa de que escribiría algo en relación con la inauguración de la nueva Lonja de Avilés, se me ocurre, entre otras cosas, acordarme de algunas de las personas que han tenido mucho que ver con la construcción de este nuevo edificio y a los que eché de menos en los momentos más emotivos del acto. También he recordado a quienes hicieron todo lo posible porque este solemne acto no se celebrara, que los ha habido.

Pero fijaré más la atención en quienes colaboraron estrechamente y en momentos especialmente duros del largo proceso transcurrido desde el principio de la gestión hasta encarrilar el proyecto. En primer lugar, al ingeniero Jaime Arriandiaga, al que fuimos a buscar a Galicia por su gran experiencia en lonjas gallegas y al que las personas que más podían aportar al mejor estudio de las necesidades de una nueva lonja pusieron pegas de todo tipo. Después, cuando su proyecto fue sacado a concurso bajo la base de su estudio, concurso refrendado por el jurado en el que estaban presentes el presidente y la secretaria de la Cofradía de Pescadores «Virgen de las Mareas», hay que recordar que fue al arquitecto que ganó el concurso, el avilesino Fernando Barroso, cuya cúpula en la sala de subastas es merecedora de algo más que una frase de excelencia, a quien pusieron piedras en el camino quienes tenían la obligación de colaborar. También hay que recordar -como ellos hicieron durante la visita a las instalaciones en la visita realizada a las mismas el día de la inauguración- a las compañías FCC y Dragados y Construcciones. Ambas han realizado un trabajo digno de resaltar.

En el ámbito político y técnico, no puede uno olvidarse de los tiempos vividos con el apoyo de la entonces consejera Servanda García, del director de Pesca, Alberto Vizcaíno, del alcalde Santiago Rodríguez Vega y de la profesionalidad de Antonio Navarro, que bien podría escribir un libro sobre cómo sobreponerse a toda clase de malos modos, desconsideraciones y groserías, por ser benévolo en la expresión. Podría citar a muchas más personas de la Autoridad Portuaria que han colaborado y a las que no menciono porque, afortunadamente, todavía están en plena actividad profesional.

Reconocimientos aparte, y ante el éxito que felizmente ha suscitado la inauguración de la ahora reconocida por todos -medios de comunicación, autoridades en su discurso- como la mejor lonja de España, quisiera recordar que se ha llegado al resultado deseado con unos mimbres entre los que no faltaron manifestaciones, pancartas insultantes colgadas durante meses en la antigua rula y hasta amenazas de denuncias por prevaricación ante el Juzgado. ¿Había en la inauguración representación de los sindicatos? Quisiera recordar, pero no alcanzo, si estaban presentes en la inauguración los trabajadores expulsados que han tenido que ser readmitidos y resarcidos con una indemnización millonaria por daños morales, de los que se responsabiliza a los gestores de la Cofradía de Pescadores «Virgen de las Mareas», por el único pecado de discrepar. Se podrá decir que en esos momentos de confrontación no se iba en contra de la nueva lonja, sino contra la garantía de la gestión futura y en defensa de la cofradía, pero ¿qué decir ahora con una cofradía que suspende las ayudas a jubilados y a viudas, pero mantiene los gastos de representación del patrón mayor? Y que es incapaz de aportar su parte a la sociedad creada. ¿Seremos culpables de esos 60 años de gestión los mismos que fuimos acusados de querer hundirla? ¿Dónde están los beneficios de tantos años de gestión brillante? ¿Qué pueden decir ahora y en el futuro los defensores de la gestión anterior?

No está mal que ahora queramos estar todos en el mismo barco. Me alegro de que se hable tanto, por fin, de colaborar. Albergo el deseo y la convicción de que los armadores expulsados de Avilés volverán. Estoy seguro de que la nueva rula de Avilés, con su consejo a la cabeza, cambiará el panorama actual, y animo a todos a contribuir a lo que antes se frenó, pero me ampara la autoridad moral suficiente, aunque sólo sea por el tiempo dedicado por tantas personas que queríamos llegar hasta aquí, a este feliz desenlace, para pedir, como defensor de la ley de Memoria Histórica Nacional que soy, que tengamos también, salvando las considerables distancias, memoria histórica local. Desde esa perspectiva, yo, permítaseme la licencia, «perdono, pero no olvido».