Vanessa PARAPAR

Paulette Tolodji llegó en la mañana de ayer a Avilés. Era su primera visita a España y se sorprendió del estilo de vestir de las occidentales y sobremanera de las astronómicas diferencias entre el sistema educativo español y el de Benín, su país natal. No en vano, Benín es uno de los países más subdesarrollados de África y, por ende de todo el mundo. Un ejemplo: la mayoría de los niños y adolescentes del país subsahariano no asisten a clase. «Mujeres y niños recorren muchos kilómetros para ir a buscar agua potable, ya que los hombres no desarrollan este tipo de trabajos», según explica Tolodji.

Bernad Bonou, secretario de la asociación «Sonagnon», junto con Paulette Tolodji, voluntaria del colectivo, explicaron ayer a los participantes de los campos internacionales de trabajo que promueve Emaús las condiciones de vida en el entorno del lago Nokoué, en sí todo un símbolo de la precariedad de Benín. En los cauces del lago moran unas 80.000 personas que sufren unas condiciones de vida muy desfavorables. El ejemplo más sangrante es la ausencia de agua potable. Ahí es donde entra «Sonagnon». La asociación africana, en colaboración con Emaús Internacional, se ha propuesto convertir las aguas del lago Nokoué, ahora insalubres, en agua potable para consumo humano. «Haremos nueve pozos de explotación para abastecer de agua a más de ochenta mil personas», explicaba ayer durante una charla Paulette Tolodji, voluntaria de la asociación «Sonagnon», que adelantó que seis de los pozos ya están en proceso para ser utilizados por los habitantes del cauce del lago.

La asociación «Sonagnon» es una de las más activas de Benín. Amén de intentar mejorar la calidad sanitaria del país, el colectivo extiende su radio de acción a procurar solucionar la depauperada situación de la mujer en África.