Elisa CAMPO

«Ilusión». Éste fue el primer sentimiento que provocó en el ingeniero Raúl Escrivá Peyro y en el arquitecto municipal Aitor López Galilea el reto de construir una pasarela que conectara la ciudad con el Niemeyer sobre la barrera del ferrocarril. El resultado es una «grapa» de acero corten, cuyo recorrido total es de 305 metros, que atravesará la plaza del pescado y cuyos trabajos comenzarán a hacerse visibles en la primera semana de febrero. «Niemeyer es un mito, todo lo que se hable bien de él es poco, y para Avilés es una suerte tener un edificio suyo; poder proyectar una obra delante, también», confiesa Galilea. En términos similares se expresa Escrivá: «Yo también pienso que es una suerte. Niemeyer crea figuras muy plásticas, ligeras y poéticas, y la grapa no se podía quedar muy atrás, intentamos también expresar con ella cierta poesía».

El proyecto arrancó a contrarreloj, dada la premura de resolver los accesos peatonales al Niemeyer, y desde que se presentó le han seguido dando forma en su mente, dudando de forma metódica sobre cada uno de los elementos y reafirmándolos al fin. Porque ambos creen que la solución elegida, una pasarela simétrica con dos voladizos sobre la ría y sobre la plaza de Pedro Menéndez, aúna todos los requisitos exigidos: funcionalidad, adecuación estética con el vecino Niemeyer, perdurabilidad y mínimo coste de mantenimiento.

La obra comenzó oficialmente el 28 de diciembre, con la firma del acta de replanteo, y ahora se está rematando el plan de trabajo aprovechando el «tiempo muerto» necesario para desalojar el edificio de la antigua pescadería, hasta ahora sede de Aulas Populares, y futuro centro de recepción de visitantes. La previsión es que en la primera semana de febrero empiece el trabajo físico, tanto de la pasarela (que se construirá en el Parque Empresarial) como en la pescadería.

No obstante, tal y como señalan los autores del diseño, no será hasta el mes de mayo o junio cuando se aprecie la transformación que, además, se realizará prácticamente de una semana para otra. Y esto es porque todos los trabajos previos al montaje de la pasarela se desarrollarán paralelamente en un taller del Parque Empresarial y en el interior de la antigua pescadería, que se convertirá en uno de los soportes de la estructura aérea. Dos cámaras web permitirán seguir en directo las obras de la pasarela. De esta forma se eliminará en parte esa opacidad, además de otorgar un valor especial a la obra y fomentar también el uso de la web municipal, donde se podrán ver las imágenes. La empresa Dragados, adjudicataria del proyecto, contará con la colaboración de los talleres de Tadarsa para realizar la pasarela.

Tal y como dijo la alcaldesa, Pilar Varela, la vocación de la grapa es la permanencia. «Ni conceptual ni técnicamente está concebida como algo provisional, no tendría sentido entonces haber dispuesto esos materiales ni ese presupuesto», afirma López Galilea: la obra se adjudicó a Dragados por 2,5 millones de euros. Por el contrario, la idea es hacer un elemento que tenga interés en sí, un icono que represente el turismo de Avilés y que une las dos mitades de un todo: el centro Niemeyer y el casco histórico, con un peso específico equiparable que queda plasmado en la idea de simetría de la pasarela. El centro de recepción de visitantes, que se instalará en el edificio de la pescadería, aspira a concentrar a los turistas para luego dirigirlos a los dos posibles centros de interés.

Pese a la relevancia específica de la obra como nexo de unión entre las dos orillas de la barrera ferroviaria, tanto uno como el otro aseguran que el foco sobre la pasarela es el Niemeyer quien lo pone. «Eso también ha permitido la libertad y el dinero para hacer algo más que una pasarela meramente funcional», reconoce López Galilea.

Apostaron por un trazado limpio, austero incluso, fácil de interpretar. Una de las críticas que ha recibido la grapa es que no estará cubierta. La primera justificación que dan para esto es que por una parte la cubierta sólo serviría para parte del trayecto, ya que el resto del recorrido a pie entre ciudad y Niemeyer seguiría al aire libre. Pero además los días sin lluvia las perspectivas desde la pasarela quedarían obstaculizadas. También multiplicaría el precio.

Respecto al tratamiento que recibirá la plaza del pescado, cuya cubierta quedará atravesada por la pasarela, López Galilea explica: «Vamos a recuperar el espacio vacío que tenía originalmente, va a resultar dignificado». En su opinión, el nuevo uso que tendrá el edificio, el de recepción de turistas, no difiere tanto del original de venta del pescado: uno es la nueva forma de economía en la que confía la ciudad, otro una de las bases económicas de Avilés durante siglos. El volumen exterior estará pintado de blanco, para darle unidad y contrarrestar el excesivo «ruido» de elementos en la plaza de Santiago López. Contrastará, de este modo, con el color rojizo de la pasarela