Salinas,

Francisco L. JIMÉNEZ

El problema de la pérdida de arena en la playa de Salinas, y asociado a esto los daños en el muro que sustenta el paseo marítimo y la preocupación por la estabilidad de las viviendas que se levantan en primera línea de playa, son noticia casi diaria en los periódicos, comidilla diaria para los vecinos de la localidad, tema de conversación para expertos en geología e ingeniería y un quebradero de cabeza para los responsables de las administraciones públicas. La erosión de la principal playa de la comarca avilesina hace correr ríos de tinta e incluso el potencial de internet ha sido puesto al servicio de la inquietud ciudadana a través de un foro -el grupo de Facebook «Salvemos la playa de Salinas», con más de 4.600 miembros- que aspira a convertirse en la plataforma de expresión de quienes temen por el futuro de la playa.

Del maremagnum de opiniones vertidas en los últimos meses se pueden extraer hasta nueve ideas expuestas en diferentes foros con el denominador común de contribuir a la recuperación del arenal de Salinas y frenar su degradación. Todo ello desde la independencia de sus autores, en algunos casos avalados por conocimientos de geología o construcción. LA NUEVA ESPAÑA ha recopilado esas nueva propuestas y sometido las mismas a la opinión de dos de las personas que mejor conocen la dinámica litoral de Salinas: Germán Flor y Julio López Peláez. Ambos son geólogos -Flor da clases en la Universidad de Oviedo y López Peláez en el Colegio San Fernando- y aparte de trabajos individuales sobre esta parte de la costa asturiana han colaborado en un estudio sobre el estuario de Avilés (sistema natural del que forma parte la playa de Salinas) recientemente publicado en la revista «Trabajos de Geología» de la Universidad de Oviedo.

- Diques perpendiculares a la línea de playa para retener la arena. Se trata de una solución experimentada con escaso éxito en playas españolas del Mediterráneo y algunas del extranjero como Anglet (Francia) o Caparica (Portugal). «Este tipo de construcciones generan demasiado impacto visual y tienen escasas posibilidades de resultar efectivas, a tenor de las experiencias conocidas. Además pueden causar corrientes peligrosas para el baño», concluyen los expertos.

- Espigón sumergido paralelo a la línea de arena. Según Germán Flor, «la lógica de una obra de este tipo es cortar la energía del oleaje responsable del arrastre de la arena mar adentro y, si acaso, ralentizar este fenómeno». El geólogo opina que la solución no es tal porque «no impediría el transporte de la arena en sentido Oeste-Este». López Peláez se muestra cauto ante esta idea porque «interfiere en el ciclo natural de la playa, que, como todas las de Asturias, pierden arena en invierno y la recuperan en verano».

-Construcción de una barra paralela a la línea de playa partiendo desde LaPeñona. «¿Y entonces convertimos la bahía de Salinas en una piscina?». Germán Flor no puede evitar hacer una broma al evaluar esta idea, que se le antoja «costosísima y de un impacto ambiental tremebundo». López Peláez tampoco da crédito a la propuesta: «El rechazo social a la idea de un horizonte roto por una línea de hormigón sería contundente». Ni siquiera le vale la excusa de aprovechar esa hipotética barra para estabilizar La Peñona: «Esa península se caerá si tiene que caerse porque así lo dicta la lógica de la erosión marina, y contra eso no podemos luchar».

- Prologación de la barra de San Juan de Nieva. Esta propuesta, más que solucionar la falta de arena en la playa de Salinas, va encaminada a poner freno al transporte de árido hacia el interior de la ría. «Aparte de tener un alto impacto visual, sería tirar el dinero», sentencia Flor. Y se explica: «La barra actual se saturó de arena en unos cinco años; ¿cuánta vida útil tendría su prolongación?, ¿otros cinco años, diez a lo sumo?». López Peláez repara en que el problema de falta de arena no está en San Juan: «Justamente ahí el problema es el contrario: llega tanta arena deSalinas que incluso cubre las pasarelas de acceso a la playa».

- Verter la arena dragada en la ría de Avilés frente a Salinas para que el mar la deposite luego sobre la playa. El ejemplo que se pone para justificar lo acertado de esta medida es la playa gozoniega de Xagó, supuestamente beneficiada por los aportes arenosos que le llegan, vía oleaje, de la actual zona donde vierte el Puerto de Avilés los dragados de la ría. Tanto López Peláez como Flor apoyan con entusiasmo esta idea por barata y sencilla y porque es la que menos interfiere en el ciclo natural de la playa. Eso sí, puntualizan que previamente deberían realizarse estudios de corrientes para determinar cuál sería el punto de vertido idóneo y análisis de los materiales a verter, con especial atención a la composición química (para evitar trazas de materiales pesados) y la granulometría (la arena a verter tiene que ser similar a la de la playa). Asimismo, los usuarios de la playa deberían asumir como mal menor la probable turbidez del agua en los momentos posteriores a los vertidos de arena.

- Regenaración de la playa con arena extraída de fondos marinos. Es decir, repetir lo ya ensayado en 2005, entonces con arena obtenida cerca del cabo Vidío. «En teoría, la idea es correcta siempre que se utilicen materiales de la misma granulometría que la arena de la playa de Salinas y de similares características silíceas. El problema sería la probable reacción contraria del coletivo de pescadores», comenta López Peláez. Asimismo da que pensar el hecho de que si el mar ya se ha llevado los 500.000 metros cúbicos depositados en Salinas hace cinco años, ¿por qué no habría de hacer lo mismo con futuras aportaciones?

- Limpiar de construcciones la primera línea de playa para que se regenere el viejo cordón dunar. Una solución tan impecable desde el punto de vista de la teoría geólogica, según los encuestados, como discutible en términos económicos. Germán Flor explica que una intervención de este tipo se llevó a cabo no hace mucho con relativo éxito en la costa de Valencia, «pero allí todo lo que había que desalojar eran una veintena de chiringuitos playeros y la superficie terrestre era plana». Trasladada la ida a Salinas, los expertos geólogos ven más problemas que ventajas: «¿Cómo convenceríamos a los afectados por el realojo y quién pagaría esa factura?». Germán Flor añade otro problema: «Aún en el hipotético caso de que despejásemos la primera línea de playa y se regenerase el cordón dunar primigenio, ¿luego qué? ¿vamos a por la segunda línea de playa? Porque excuso decir que, en términos geológicos, la influencia del mar en Salinas llegan a las canteras del Campón».

- Reformar la zapata del muro del paseo dándole forma de media luna (cóncava). El propósito de esta idea, que los geólogos ven correcta, es evitar que las olas rompan contra un muro plano (como el actual). Esto hace que toda la energía del oleaje se traslade al muro, lo que a la larga puede debilitarlo o, como ya ha ocurrido, motive filtraciones del relleno del paseo. Esta propuesta, en todo caso, según Flor y López Peláez, debería complementarse con la siguiente.

- Buscar el firme de la playa y contruir pilotes para «sostener» el muro del paseo. O sea, utilizar la técnica de construcción tan frecuente en suelos «blandos» (como el de las zonas de Avilés próximas a la ría) consistente en hincar pilotes que, apoyados en roca, soporten el peso de las estructuras superiores. No falta quien propone ir más allá y «apantallar» esos cimientos para evitar que el oleaje se cuele por debajo del paseo y comprometa la estabilidad del paseo o de los edificios cercanos al litoral. El mayor problema de esta intervención sería seguramente su elevado coste.

Este es el panorama de fondo que justifica la inquietud de muchos ciudadanos, que ven cómo la arena se escapa de la costa grano a grano.