Tras su itinerancia por diferentes comunidades españolas llega a Avilés la muestra «La simbología en la alfarería femenina rifeña» comisariada por Jorge Wagner y María José Matos, enmarcada en las II Jornadas de alfarería, organizadas por el Ayuntamiento de Avilés y coordinadas por Ricardo Fernández. El Rif es una región montañosa del norte de Marruecos, paralela a la costa mediterránea y que abarca una amplia extensión, entre la ciudad de Tetuán hasta la región de Kebdana (Nador), en la frontera con Argelia. Se trata de un territorio aislado, empobrecido y desfavorecido por las políticas del Gobierno marroquí. Sus habitantes, pertenecientes a más de medio centenar de tribus bereberes islamizadas, conservan sus tradiciones ancestrales y, en este sentido, han logrado mantener una cultura cerámica milenaria, sin influencias y de indudable atractivo.

Se trata de un trabajo realizado por mujeres, que se encuadra en la actividad de sus quehaceres domésticos. No tienen la consideración de piezas artistas, ni siquiera la alfarería se tiene por un oficio, pero, en estas piezas, en sus formas y en su decoración, reconocemos unos motivos esquemáticos que pueden recordarnos a artistas como Picasso o Paul Klee, que bebieron de estos primitivismos. La fabricación es tosca, pero mantiene el encanto de los objetos hechos a mano en un mundo de productos manufacturados.

El barro sigue estando muy presente en estas tribus, con barro hacen los hornos donde cuecen el pan y la piezas cerámicas, con barro repasan sus casas de adobe y forran sus graneros. En esta región la tierra arcillosa es abundante y les sirve para construir vasijas, tinajas, cántaros, mantequeras y platos, que moldean sin torno, a mano. Pero lo más destacado de la cerámica rifeña es la decoración de sus piezas, con elementos comunes, pero, también, particulares en cada tribu. La decoración se realiza con pigmentos naturales de óxido de manganeso -negro- y ocre de óxido de hierro.

Encontramos motivos antropomorfos, figuras humanas esquematizadas; el símbolo del «Khamsa» referido a los cinco dedos de la mano y que protege contra el mal de ojo. La retículas, también, están muy presentes en los motivos decorativos, con diferentes figuras geométricas: cuadrados, círculos, rombos y triángulos, y los símbolos relacionados con el agua aparecen profusamente en sus cántaros y tinajas. En esta zona pervive la decoración con motivos vegetales y zoomorfos, con el protagonismo de la rana, tradicionalmente asociada a la fertilidad, y la serpiente, un animal relacionado, en este caso, con propiedades curativas o profilácticas. Un legado de una cultura milenaria que «lamentablemente -como indican los comisarios- los tiempos modernos y la llegada de nuevos materiales, más duraderos y ligeros, provocan que esta tradición (?) vaya desapareciendo y olvidándose». La muestra representa una de las últimas oportunidades para acércanos a esta alfarería rural y descubrir a sus alfareras y la simbología de cada pieza a través de un recorrido didáctico, bien planteado y estructurado.