Saúl FERNÁNDEZ

Lo que ha quedado claro este fin de semana es que Avilés es una ciudad muy dulce. Durante los tres días del salón «Sweet Llambión» el Camposagrado ha sido un palacio de azúcar por el que se han movido los mejores confiteros de España, aquellos que han descubierto los secretos más escondidos para hacer la realidad un objeto de chocolate o una galleta que se coma de un mordisco.

Más de medio centenar de personas aguardaban ayer en la plaza de Camposagrado para servir el «Desayuno con Diamantes»: un banquete de café, chocolate y dulces avilesinos en miniatura... todo ello servido por los alumnos de la Escuela de Hostelería de Pravia, todos bajo la supervisión de Juan Luis García, uno de los profesores de estos aprendices que, según explicó, «cuando salen de las aulas tienen el trabajo asegurado porque la demanda de buenos profesionales es continúa».

En el patio central del palacio barroco sonaban los acordes de «Moon river», la canción de Mancini que interpreta Audrey Hepburn en el alféizar de su casa, en «Desayuno con diamantes», la comedia romántica más dulce, la de la chica cariñosa y muy muy asustada... Los alumnos sirvieron el café y los dulces en versión esencia... y, al final, los diamantes, el toque mágico del confitero Miguel Sierra, uno de los siete magníficos de la repostería nacional: «Es azúcar cristalizado que contiene almíbar y un licor de pera», explicó. «Esto ha sido un éxito de público y de participantes, se nos ha quedado pequeño el palacio», concluyó el conocido restaurador avilesino José Antonio Alonso.