Francisco L. JIMÉNEZ

Por menos de doce euros, cualquier persona pudo comprar ayer en el mercado de Las Meanas las plantas suficientes para cultivar una docena de tomates, otra de pimientos, una veintena de lechugas, un centenar de cebollas y repollos suficientes para el consumo de una familia durante dos meses. La condición indispensable para llevar a buen término esa cosecha es disponer de un pedazo de tierra donde poder montar un huerto. Eso y echarle ganas. Como el empresario y constructor avilesino José Ignacio Santiago, que desde que lleva vida de jubilado hace sus pinitos como hortelano. Acostumbrado como está a negociar, Santiago no era presa fácil para las zabarceras: «Llévatelos hombre, que no te va a pesar en la vida», le insistía una mujer una para venderle una docena de plantas de pimiento. «Luego, luego vuelvo», mentía él.

En el mercado de productos del campo de Las Meanas se va al grano, y más estos días primaverales en los que el inicio de la campaña hortícola dispara las ventas de planta y semillas. No hay tiempo que perder. Al que quiere comprar le acosan y con los que sólo curiosean no se malgasta un segundo. «Si no va a comprar nada circule que me tapa la mercancía», espeta al periodista una campesina malencarada.

Medio centenar de puestos ofrecen todo aquello que el clima astuiano permite cultivar: tomate (2 euros la docena), pimientos (1,50 euros la docena), «cebollín» (4 euros el ciento), lechuga (1 euro la docena), calabacín (dos por un euro), repollo (2 euros la docena) e incluso melón y sandía (dos plantas por un euro). En la mayoría de casos se estila la presentación clásica de las plantas en «piños» -con las raíces humedecidas y envueltas en papel de periódico-, pero cada vez son más los horticultores que usan cubiletes de plástico, limpios y fáciles de usar: ya en el huerto se desmolda el dado de tierra que contienen y se planta el retoño.

Araceli Collar, de Manzaneda (Gozón), no se atreve a confirmar si con la crisis ha aumentado el númerode hortelanos aficionados -más gente desocupada y la posibilidad de cultivar en casa lo que de otra manera se compraría en la tienda-, pero sí que se queja de lo mucho que regatean los compradores. Celia Fernández, de El Pelame (Avilés), despacha plantas de lechuga mientras llama la atención sobre las muchas tierras abandonadas que hay en la comarca. Y Mari Carmen García, de Vega (Illas), recalca que «si el tiempo acompaña» las plantaciones de las huertas se pueden hacer hasta el mes de junio.

Los hortelanos completan sus compras en comercios especializadas donde se proveen de semillas, abono, herbicidas, productos para la protección de los cultivos y venenos para los animales que pueden arruinar la cosecha: topos, caracoles, babosas... Todo sea por darse el gusto de disfrutar de los alimentos cultivados por uno mismo.