Castrillón ha encontrado una mina o, mejor dicho, se ha topado con un filón que, bien gestionado, podría dar al concejo más rendimiento que Belén Esteban a Tele 5. Porque la mina, en realidad, lleva en Arnao la friolera de casi cinco siglos, que es el tiempo que desde ayer se sabe que llevan en explotación las galerías carboníferas que se sumergen bajo las aguas del Cantábrico. Enhorabuena a los investigadores que han hallado las pruebas que aumentan en 300 años la antigüedad estimada de «El Güelo», el cariñoso nombre que le pusieron los mineros al pozo más veterano de Asturias (y ahora de la Península). Una felicitación que cabe compartir con las autoridades municipales, que tuvieron suficientes luces para ver el potencial turístico del patrimonio industrial del concejo y que ahora reciben, con la nueva datación del yacimiento en el siglo XVI, un premio inesperado que seguro aumentará el interés social por Arnao. Sembrar ilusión en el barbecho donde los antepasados se dejaron la vida, y esto último no es retórica. Parece un buen plan.