A. P. G./ I. M.

El joven castrillonense Abel Álvarez Fernández mostraba ayer orgulloso a sus amigos el vídeo que acababa de grabar con su teléfono móvil. «Mira, me saludó y se rió», repetía refiriéndose a don Felipe. El joven no dudó en parafrasear al Rey Juan Carlos para dirigirse a viva voz a su hijo cuando paseaba por la calle -casualidades de la vida- Pablo Iglesias: «Alteza, me llena de orgullo y satisfacción tenerle en Castrillón», espetó Álvarez al Príncipe, que le respondió con un guiño y una sonrisa.

En el encuentro entre Príncipes y castrillonenses hubo tantos chascarrillos como momentos enternecedores. La princesa estrechó la mano a la anciana Bienvenida Antuña, que padece ceguera y cuya movilidad está sujeta a una silla de ruedas. «¿Qué le ha pasado?», se interesó doña Letizia, que accedió a posar con unos y otros para inmortalizar el momento en una fotografía. «Voy a ver si me da la mano pa que se me peguen los millones», decía otra vecina del concejo a su acompañante al paso de la comitiva.

Fueron continuas las alusiones a la esbelta figura de la Princesa de Asturias, que lució pantalón, top y sandalias azul marino, chaqueta en tono blanco roto y un pañuelo de ese mismo color con estampados morados. «Es muy guapa, muy guapa», «está muy delgada, pero es muy curiosina», «qué piernas finas tiene», decían algunas de las presentes. También lanzaron piropos a doña Letizia Juanita Prendes Marqués y Mercedes González García, profesoras jubiladas del colegio de Campiello, que ayer rememoraban aquel día, hace años, en que se encontraron con los Reyes en el Aeropuerto de Asturias. Ellas estaban allí. «A mí nunca se me olvidará la mano de la Reina, aquella finura, aquella suavidad, la forma de estrecharnos la mano y las piernas que tenía, eran perfectas», conversaban.

Pero tantos piropos como la Princesa se llevó su esposo. Que si menudos ojos, que si es altísimo, que si es más guapo al natural que en la televisión, que si está siempre sonriendo... Y hubo quien hizo recordar al Príncipe momentos de su niñez. Es el caso del castrillonense Emilio García. «Espero que tu padre se recupere de la enfermedad. No puedo olvidar el 23 de febrero de 1981, cuando el golpe de Estado. Siempre salías al lado de tu padre, ayudándole y ayudándonos», le dijo a don Felipe, que asentía enfundado en un traje gris, con camisa en tono azul claro y con corbata azul marino con topos, similar a la que lució en el Camp Nou con motivo del partido de Copa del Rey.

Para muchos castrillonenses la jornada les marcará de por vida.

-Ya me puedo morir tranquila-, dijo Mari Paz Pérez a la Princesa.

-No diga eso, por favor- respondió doña Letizia.