Negocios vinculados al lado más sórdido de la noche y desavenencias personales parecen ser las causas que explican el doble crimen de La Maruca. El suceso y sus circunstancias permanecen bajo el secreto judicial y rodeados de silencio. Pocos son los que se atreven a contar el trasfondo del crimen. Este periódico logró recabar un pormenorizado relato de la sangrienta jornada del miércoles tras conversar con varios testigos y fuentes que piden permanecer en el anonimato.

La disputa que acabó en crimen se originó en un bar situado en la zona de la ría de Avilés. Allí, Roberto Lazcano y Moisés F. M. se encontraron e iniciaron una discusión. El motivo, un asunto menor -según ciertas fuentes- relacionado con un conocido de ambos, aunque de fondo existían varias disputas relacionadas con el negocio de los clubes de alterne. La discusión encendió los ánimos hasta llevarlos a un punto de no retorno.

Así, horas más tarde, Moisés F. M., que guardaba una pistola desde hacía semanas, llamó por teléfono a Roberto Lazcano y le citó para saldar cuentas: «Si tienes huevos, ven al club. Os estoy esperando», le dijo. Se refería al club «Los Arcos», próximo a uno de los locales de Azcano: «Penelop».

Allí acudieron Roberto Lazcano y Asan Osman, ambos en un BMW de color negro. Iban armados con sendos palos de billar, dispuestos a resolver la discusión que se había iniciado horas antes. Apenas tuvieron tiempo de cruzar la carretera cuando Moisés F. M. apareció en la puerta del club «Los Arcos» empuñando una pistola. Y se desencadenó la lluvia de balas.

El primer disparo alcanzó a Roberto Lazcano en el pecho. Este, herido, retrocedió unos pasos pero acabó tropezando con el bordillo de la acera y cayó al suelo. Asan Osman intentó huir hacia un monte cercano, pero una bala le atravesó la pierna. Cayó tendido junto a una marquesina próxima.

Siempre según este relato facilitado por testigos y fuentes próximas a la investigación, Moisés F. M. se acercó a Roberto Lazcano, que yacía en el suelo. Cara a cara, le remató en el suelo. Lazcano recibió al menos cinco balas: cuatro en el pecho y la última, en la cabeza, que acabó por destrozarle el cráneo.

El propietario del club «Los Arcos», entonces, cruzó la carretera para dirigirse hacia Asan Osman. Le remató en el suelo con un disparo en el cuello que, según algunos testigos, le atravesó la cabeza. Consumado el crimen, Moisés F. M. se subió a su coche y huyó en dirección hacia La Maruca, según los testigos. En su escapada a toda velocidad pasó sobre el cadáver de Roberto Lazcano, que ya muerto permanecía sobre la acera ante una nave comercial.

Pocos minutos después llegó la Policía, que realizó un espectacular despliegue. La puerta del club «Los Arcos» permanecía con la persiana metálica bajada aunque había luz en el interior. Poco después acudió al lugar del crimen el padre de Roberto Lazcano, José Luis Lazcano. Lo que ocurrió desde ese momento hasta que ayer a mediodía Moisés F. M. se entregó en la comisaría avilesina está rodeado de especulaciones y diversas versiones.

En medios próximos a la Policía se asegura que una de las primeras medidas que efectuaron los agentes fue controlar a las personas próximas a la familia Lazcano para evitar una venganza. Poco se sabe de qué hizo Moisés F. M. durante la noche, pero algunas fuentes próximas al presunto homicida aseguran que decidió entregarse tras una larga conversación con su abogado.

La familia Lazcano asiste destrozada al brutal crimen. El hermano menor de la víctima se encontraba fuera de España con su novia, en la República Dominicana, cuando se produjo el suceso. Los allegados al empresario mostraban ayer su sorpresa ante el fatal desenlace: «Al final, el que parecía más tonto fue quien la armó», aseguraban.

Pero mientras la familia Lazcano recibió ayer numerosas muestras de condolencia, el cadáver de Asan Osmán permanecía anoche solo en el cementerio de La Carriona. Únicamente se acercó allí por la mañana su esposa. El rumano trabajaba como portero en uno de los locales de Roberto Lazcano y llevaba un año residiendo en España. Tiene una hija de diez años.

En el negocio de la hostelería vinculada al ocio nocturno reinaba la estupefacción, aunque algunos locales avilesinos ya habían sido escenario de incidentes protagonizados por los personajes principales de esta trágica historia.