Favila, artista plástico

El pintor Favila (Grado, 1954) reivindica el poder de los grafitis.

-Le hacía hombre de orden.

-Le diré algo que usted no sabe: una de las primeras pintadas de Avilés la hicimos Fran Vaquero y yo.

-¿Ah, sí?

-Fue allá por los años setenta. Estaba en las vallas de una obra que se estaba construyendo por entonces en la calle Palacio Valdés. Una noche iba yo y a la noche siguiente respondía el otro.

-¿Favila, el gamberro?

-Claro, por lo menos aquella temporada. Queríamos reivindicar las cosas que, entonces, no se hacían en esta ciudad. Además, coincidió con los primeros pasos del carnaval y que yo acababa de venir de la Universidad de Valencia, donde estudié Bellas Artes. En Valencia se hacían cosas como estas.

-¿Y le gustan ahora los grafitis?

-Algunos sí. Es como todo. Los que prefiero son los que incorporan figuras. Las firmas me quedan un poco lejos. Las obras de arte no tienen que ver con el formato en que se presentan.

-Ahora pocos pintan las paredes.

-A lo más se llega a pintar vagones de trenes. Hay más grafitis oficiales que gamberros.

-Parece que eso le apena.

-Puede ser.

-¿Contra qué pintaría un grafiti?

-Contra las baldosas sueltas.

-¿Nada más?

-Si se descubre que las baldosas están rotas, los demás estropicios vendrían después.

-¿Y haría un grafiti en el Centro Niemeyer?

-No me faltan ganas para hacer uno allí. ¡Tiene una superficie tan blanca!