Aida PELÁEZ

El pirotécnico candasín Alfonso Morís preparó durante el día de ayer los fuegos aritificales que despedirían San Agustín, para los que este año ha utilizado 230 kilos de pólvora con la que Morís quiso iluminar el cielo de Avilés durante veinticinco minutos y llenar de color y brillo la noche grande de las fiestas patronales.

Avilés lleva ocho años confiando en el pirotécnico candasín para encargarse de los fuegos artificiales de San Agustín y ha resultado ser una apuesta segura. Para la traca de ayer el pirotécnico había puesto especial interés que en conseguir fuera llamativa y con muchos colores, que sorprendiera a los espectadores.

El público avilesino responde muy bien al expectáculo pirotécnico que Morís prepara y que año tras año consigue reinventar para que nadie se cansé de él. «En Avilés son muy agradecidos, y después de tanto tiempo ya soy como de casa», explicó el candasín en la tarde de ayer, mientras trabajaba para dejarlo todo listo para esa noche.

«El estilo de los fuegos va a ser parecido a los del año pasado, porque parece que el sistema funciona en Avilés», indicó el pirotécnico, aunque también señaló que «los cambios son necesarios para que la gente no se aburra». En este sentido Morís destacó como novedad, dentro del espectáculo de de la noche de ayer, los «canuros» de colores: unos fuegos artificiales en forma de palmera que este año tendrán mucha fuerza dentro de la traca. «Son los cohetes que más le gustan a la gente, así que he decidido jugar con ellos, darles colores y mucho brillo para que sean aún más llamativos».

Este año los fuegos han contado con un presupuesto algo más bajo del que tuvieron en 2009, debido a la crisis, pero Morís no ha querido reducir la calidad del espectáculo. «He metido más material fabricado por mí, da más trabajo pero es más rentable. Creo que ese esfuerzo realmente merece la pena porque Avilés es como mi segunda casa», explicaba el pirotécnico al respecto.

La traca de fuegos artificiales que cada año clausura las fiestas de San Agustín tenía su comienzo previsto poco antes de la una de la madrugada de ayer. Este espectáculo, que habitualmente se había realizado a las doce, se retrasó una hora. El horario habitual se ha modificado para dejar un margen entre el concierto y los fuegos, de tal forma que los avilesinos tuvieran tiempo suficiente para acercarse a la ría y ver los cohetes, que estaban colocados en la zona del Niemeyer.