Oviedo,

Francisco L. JIMÉNEZ

El primer capítulo de la historia documental de Ensidesa -condensado en papeles que llenan 1.343 cajas y 19.000 fotografías- ya está a buen recaudo en cuatro robustos armarios metálicos inoxidables de cuatro metros de largo por tres de alto de la cuarta galería de la vieja cárcel de Oviedo, desde el pasado mes de marzo convertida en la nueva sede del Archivo Histórico de Asturias. Del mismo modo que el material que aún aguarda a ser trasladado a Oviedo se apila en preocupantes condiciones de conservación desperdigado por varios locales de Arcelor, la parte del legado siderúrgico que ya está en el Archivo rezuma orden y pulcritud. Así lo ha podido comprobar LA NUEVA ESPAÑA, que el pasado viernes visitó las instalaciones del Archivo Histórico y repasó con su directora, Josefina Paredes, lo que se ha hecho y lo que queda pendiente para unificar los documentos de Ensidesa y dar carpetazo a la polémica abierta por el peligro de que ese tesoro documental se pierda.

La Consejería de Cultura, el organismo del que depende el Archivo Histórico, tiene muy claro a quién corresponde la iniciativa de entregar la parte del archivo de Ensidesa que se guarda en varias dependencias de Arcelor. Y esa no es otra que la empresa siderúrgica, pues en virtud de la legislación vigente en materia de patrimonio es obligación del propietario de los bienes susceptibles de interés histórico su conservación y custodia, siendo la tarea del Principado (o de cualquier otra institución competente) colaborar en esa misión si el dueño original así lo pide. En cualquier caso, destruir este tipo de documentos, según la citada ley, es delito.

Es decir, los documentos son todavía propiedad de Arcelor y a ella le corresponde depositarlos en el Archivo Histórico cuando guste, según la versión de la Consejería. En el fondo, el problema no parece ir más allá de unos gastos por portes de mudanza, pero nadie acaba de ponerle el cascabel al gato. Fuentes del Gobierno regional hicieron ver a este diario que la disposición a hacerse cargo de la totalidad del archivo documental de Ensidesa es plena, pero que se está a la espera de algún gesto de la empresa.

Los precedentes del interés de Arcelor por los archivos de su pasado no invitan precisamente al optimismo. El material que ya se guarda en Oviedo estuvo primero en manos del Ayuntamiento de Avilés, que los usó como materia prima para una escuela taller de restauración y gracias a ese vínculo municipal es que ahora están en el Archivo. Algunas de las intervenciones conocidas de Arcelor en materias relacionadas con el archivo son censurables a ojos de los expertos en patrimonio, como la quema de documentos de Uninsa -empresa absorbida por Ensidesa en 1973- en el foso de escoria de la factoría de Gijón. O una más reciente también con Uninsa como protagonista. En el almacén de recepción de materiales del Archivo Histórico llama la atención un centenar de grandes cajas rotuladas con la palabra «Uninsa». En el interior de esas cajas hay miles de documentos que este verano se salvaron «in extremis» gracias a la llamada de un trabajador avisando de que alguien había dado la orden de tirar «un montón de papeles viejos» que se guardaban en una nave de la factoría de Aboño (Gijón). La mediación urgente de los técnicos del Archivo evitó que esos «papeles viejos» acabasen en un contenedor y hoy se encuentran a la espera de ser desinfectados, catalogados, ordenados y finalmente metidos en las cajas blancas numeradas que llenan por miles las estanterías del Archivo Histórico.

Las cajas que contienen la primera parte de la memoria siderúrgica avilesina están numeradas correlativamente del 131.666 al 133.009. Abierta una al azar, la numerada como131.669, asoman decenas de expedientes relacionados con la adjudicación de viviendas de Llaranes. La caja número 131.675 contiene papeles referidos a obras en el embalse de Trasona y a la construcción de una guardería infantil en Mieres, y la 131.726 guarda facturas de luz y bajas de números de teléfono. Así hasta 1.343 cajas, todas con papeles dentro referidos a la obra social de Ensidesa, los grupos de empresa y demás actividades ligadas al paternalismo de la empresa.

Del tamaño que tendrá el archivo de Ensidesa cuando esté completo da idea el hecho de que sólo el depósito inicial de 1.343 cajas convierte a Ensidesa en la 21ª institución del centenar largo que guardan sus archivos en la cárcel Modelo ovetense con más metros de estantería ocupados y con diferencia la mayor de todas las empresas: Hullasa, Salamarca, Ferrocarriles Económicos de Asturias, o Maurines y Compañía, entre otras. El ex responsable de documentación de Arcelor, Javier Gancedo, estima que el material depositado en Oviedo es sólo el 5 por ciento del existente. De ser cierto ese cálculo y multiplicarse por veinte el número de cajas con papeles de Ensidesa, la siderúrgica se convertiría en el segundo mayor de los depositarios del Archivo Histórico, sólo superada por la delegación provincial de Hacienda, que tiene 26.999 cajas y 4.198 libros a su nombre. Números de récord, incluso en el momento de convertirse en historia, para una empresa que desde el mismo momento de su nacimiento hizo añicos todas las estadísticas.