E. C.

-¿Es muy difícil convencer a los políticos de la necesidad de tomar medidas para disminuir los riesgos ambientales para la salud?

-Depende del político. Algunos son muy receptivos, como Alojz Peterle, ex Primer Ministro de Eslovenia y miembro del Parlamento Europeo (presente en el congreso), que lidera este trabajo para prevenir los efectos nocivos de los productos químicos. Y la Princesa de Asturias está claramente tratando de inspirar al Gobierno. Hay que educar a los políticos.

-¿Qué papel juegan los intereses económicos?

-Son muy fuertes en la industria química, por ejemplo. Pero algunas veces es posible encontrar un líder en la industria que se puede dar cuenta de que es posible hacer dinero respetando la salud de las personas.

-Usted trabaja en el Monte Sinaí, un hospital que es un referente mundial y que además recibe a pacientes de muy distinta condición social, según tengo entendido.

-El Hospital Monte Sinaí tiene una parte muy altruista. Está justo en la frontera entre el Upper East Side, habitado por gente rica, y el barrio de Harlem, que es todo lo contrario. Aceptamos pacientes de esas dos comunidades. Y hay mucho contraste entre el estado de la salud de los ricos y la de los pobres. Los pobres tienen más obesidad, más cáncer e hipertensión, más enfermedades de corazón y los niños padecen más asma y más exposición a pesticidas en la casa necesarios para el control de cucarachas.

-¿Y los ricos? ¿De qué enferman?

-Los ricos, las enfermedades típicas del mundo desarrollado, pero más tarde en la vida porque tienen adecuadas medidas preventivas. Padecen menos discapacidades.

-¿Qué opina del debate de cómo se han de gestionar la sanidad, si de forma privada o pública?

-Yo lo que pienso que todo el mundo tiene que tener acceso a la sanidad.