Myriam MANCISIDOR

Se trata de un espacio natural creado de forma accidental por el hombre, un enclave en su día utilizado por Alcoa que ahora da cobijo a miles de aves migratorias que cada año, de marzo a mayo, hacen un alto en el camino durante su vuelo prenupcial. La charca de Zeluán está catalogada desde agosto de 2002 como Monumento Natural, pero es mucho más: es uno de los humedales más importantes de la comarca y también de Asturias. LA NUEVA ESPAÑA inicia aquí una serie de reportajes por los rincones naturales de la comarca avilesina.

César Álvarez Laó, portavoz del grupo ornitológico Mavea, conoce al dedillo la historia de la charca de Zeluán. «Primero la utilizó Alcoa y luego los vecinos hicieron de este lugar un vertedero. Ahora tiene tantos detractores como defensores, pero la charca ha mejorado mucho en los últimos años», explica. Uno de los principales problemas de este espacio natural gozoniego era la presencia de depredadores -sobre todo perros y gatos- que devoraban las aves. «Por este motivo se valló la charca y, aunque siguen entrando raposos, se ganó en tranquilidad», sentencia Laó.

El interés de la charca de Zeluán y la vecina Ensenada de Llodero, también catalogada Monumento Natural, radica en las aves migratorias que hacen escala en la zona durante sus largos viajes, y que pasan de la Ensenada anexa a la charca siguiendo el ritmo de las mareas, según explica la Plataforma para la defensa de la Cordillera Cantábrica en su web, donde destaca la importancia de la conservación de este espacio por su riqueza natural. Los de Mavea son de la misma opinión. De ahí la continua realización de trabajos para preservar la charca. Hace dos años, el colectivo ornitológico creó dos dunas imitando las existentes hace años en el mismo enclave y, en dichas dunas, colocaron tubos simulando agujeros para estimular a los pájaros a crecer en Zeluán.

«También pusimos piedras en el suelo para facilitar la reproducción del chorlitejo y dos pedreros flotantes para que los pájaros puedan salvarse de los zorros. Colocamos a su vez cajas-nido para los murciélagos y eliminamos plantas invasoras como las acacias. Todo lo que se está haciendo va encaminado a recrear lo que aquí hubo hace muchos años», precisa. Un premio sería, asegura, que hasta la charca volase un martín pescador. A falta de éste, hasta el Monumento Natural gozoniego se ha desplazado estos días un pechiazul, un pájaro que raramente se ha visto tres veces en Zeluán.

César Álvarez Laó es consciente de que la charca de Zeluán puede resultar un problema para los vecinos en cuanto a que se trata de una localidad incluida en la línea de protección de Costas. «Hay personas que critican la existencia de la charca pero aquí crían unas veinte parejas de patos y cuando pasean por el pueblo con sus pollitos todos los vecinos están encantados», explica el portavoz de Mavea, que reclama mayor educación ambiental para la comprensión y protección de este tipo de espacios. Y es que la charca de Zeluán es el paraíso para miles de aves que cada primavera paran en la comarca entre unos minutos y un día durante su viaje al norte de Europa. Las «aves casaderas» suelen llegar en bandos y siempre con prisa.