Escritora, presenta mañana el ensayo «Hijas de la ira»

Saúl FERNÁNDEZ

Juana Salabert (París, 1962) es autora de novelas tan destacadas como «Arde lo que será», «Velódromo de invierno», «La noche ciega» o «El bulevar del miedo». Llega a Avilés mañana viernes para presentar su ensayo «Hijas de la ira», una colección de vidas de mujeres que sufrieron las consecuencias de la guerra y la posguerra, una reedición a cargo del sello Nocturna, una de las empresas invitadas en la Semana de Literatura Independiente (SELIN) que se celebra en Avilés hasta el próximo lunes. Salabert contesta al teléfono, a punto de ponerse a escribir un artículo sobre Ana María Matute, que ayer recibió el premio Cervantes.

-Las guerras se hacen presentes en casi todas sus novelas.

-En esta de ahora no, se desarrolla en el año 2007. Estoy escribiendo el último capítulo.

-Ah, sí.

-Tengo cuatro o cinco títulos sobre la mesa, pero no me he decidido todavía.

-Perdone, hablábamos de las guerras.

-Es verdad que está muy presente en mis libros. Forma parte de mi educación sentimental. En Francia conocí a muchos miembros de la Resistencia, deportados a los campos de concentración... y si no eran deportados, familiares. Me obsesionó desde el principio la persecución del otro y el exilio, es el mal absoluto que ha desorganizado la vida contemporánea. Cuando estaba escribiendo «Velódromo de invierno» me decían que parecía que vivía en los años cuarenta. Quitando que no llevan vaqueros, aquellas víctimas podemos ser nosotros mismos. Contemplar un cuadro de una batalla medieval sólo es historia, una fotografía de esas guerras sigue siendo algo muy cercano.

-Cuenta que decidió escribir «Hijas de la ira» por la sorpresa que tuvo su hija cuando supo que tenía una tía que había estado en la cárcel.

-En casa era tan asumido que mi tía abuela había estado en prisión que me sorprendió que mi hija, que entonces tenía diez años, no supiera nada de aquello. Lo que más me sorprendió es que pensara que mi tía hubiera sido una delincuente... ¡Mi tía abuela!

-¿Existe desmemoria de la posguerra?

-Absoluta. Los que se han criado en casas con buenas bibliotecas, pues no. No es cotillear, pero cuando voy por la calle me gusta escuchar conversaciones en el metro. Los más jóvenes no conocen la historia, viven el tiempo del presente continuo; es normal, pero hay que recuperar el pasado. Y no es por nostalgia, es por saber de dónde venimos.

-«Hijas de la ira» es una colección de vidas reales, pero usted se dedica a la ficción.

-La memoria oral es algo que se practica en el mundo anglosajón. Mezcla la historia y el periodismo y este libro recupera testimonios de supervivientes. Era una idea que me apetecía mucho. Se quedó en que mezclaríamos relatos de personas conocidas como Ana María Matute o como Juana Ginzo con otros menos conocidos. Las historias de Margarita La Villa o María Jesús Posada son con las que me quedo...