Pianista gaditano que fusiona flamenco y jazz

Myriam MANCISIDOR

Chano Domínguez (Cádiz, 1960) se acercó a la música debido a su padre, aficionado al flamenco. Con ocho años le compraron una guitarra y poco después, con doce, Domínguez rozó por primera vez las teclas del viejo armonio de su iglesia. El sonido del piano le conquistó. Tras más de tres décadas de trabajo, Chano Domínguez es ahora uno de los músicos más aplaudidos del panorama jazzístico nacional. Hay quien lo define como un mago de las teclas, un maestro de la improvisación con sentimiento flamenco y alma de swing. Domínguez estará en Avilés el próximo sábado, día 4. Será en el auditorio del Centro Niemeyer a partir de las 9 de la noche. Las entradas -20 euros- se pueden comprar en la taquilla del centro, on-line o llamando al 902106 601.

-Usted es músico callejero, de carrera autodidacta. ¿Cree que España es un país de artistas desconocidos?

-Estoy seguro de que la suerte no es para todos igual. Tengo amigos que son además músicos maravillosos y nunca se ha hablado de ellos. Creo que en la música hay que hacer o decir lo adecuado en el momento perfecto para destacar, aunque no lo entiendo.

-¿Qué opinión le merecen los programas televisivos para promocionar artistas?

-Me parece que esos espacios entran dentro del «show business» (negocio del espectáculo). Eso no tiene nada que ver con la música, es patraña.

-Usted comenzó con una guitarra, siguió con el piano y «fabricó» una mezcla de sentimiento jondo con rhythm and blues. ¿Qué opinan los puristas del flamenco?

-Los puristas está bien que estén ahí porque siempre nos recuerdan la raíz de la música, que no debemos perder la base. Pero yo siempre he sido transgresor, siempre he tocado lo que he querido.

-Hasta logró que cuajara la copla española con el jazz...

-Eso fue en 1996, con Massiel. Fue un proyecto muy bonito que surgió una vez que Massiel escuchó uno de mis discos, «Chano».

-Aún así, ¿cree que un pianista español haciendo jazz corre el riesgo de sonar como un guitarrista japonés haciendo flamenco?

-(Risas). Podría ser... Pero depende de cada caso. Recuerdo ver a músicos que no son flamencos haciendo auténticas maravillas y otros flamencos no haciéndolo tan bien. Un ejemplo es Paco de Lucía, que sin ser gitano es un monstruo del flamenco. En España tenemos también a Albert Bover, un magnífico pianista de jazz. La música tiene mucho que ver con la persona, con el sentimiento...

-En Avilés va a presentar su último disco, «Piano Ibérico» (Blue Note Records).

-Así es. En mi búsqueda del lenguaje del piano, después de mucho estudio, descubrí que los primeros que tocaron flamenco fueron Albéniz, Falla, Granados y Mompou, que se nutrieron de la música más popular. En esto me apoyé para «Piano Ibérico».

-¿Vendrá con su cuarteto?

-Sí, el concierto será en formación de cuarteto. Ofreceremos así toda la fuerza y espectacularidad del flamenco vivo. Lo que vamos a hacer en el Niemeyer está basado en los compositores que decía antes, a los que dediqué los dos últimos años de trabajo.

-También le acompañará el sábado en el escenario avilesino Ignacio Berroa

-Es un grandísimo batería. Ya coincidimos hace una década en un escenario y para mi es un orgullo estar con él de nuevo.

-¿Qué me dice del público asturiano?

-En Asturias ya actué varias veces y toqué con Tino Di Geraldo, un buen amigo que siempre me llevaba a beber sidra y a comer fenomenal. Espero enganchar al publico.

-Parece profesionalmente inquieto, ¿qué nuevos proyectos tiene en mente?

-«Flamenco Sketches», mi próximo disco. Lo grabé en Nueva York y el próximo año verá la luz con Blue Note. Entonces iniciaremos una gira por Estados Unidos y Europa.