Félix VALLINA

Lo que empezó como una iniciativa de los profesores para fomentar la lectura entre los niños se ha convertido en un museo permanente de la cultura que con los años puede llegar a tener un valor incalculable. El colegio público Palacio Valdés luce en las paredes de su recibidor una colección de cartas dirigidas a los alumnos por parte de personajes destacados -del mundo del arte, la política, el deporte o la cultura- que animan a los niños a adentrarse en el fascinante mundo de la lectura valiéndose de sus experiencias personales y de la influencia que los libros han tenido en sus vidas.

Las recomendaciones de celebridades como el científico Carlos López Otín, de escritores como Rosa Montero y Alfredo López Cerdá o las del propio ministro de Educación, Ángel Gabilondo, quedarán para el recuerdo en el colegio avilesino. Pero éstos son sólo algunos ejemplos, porque en el Palacio Valdés también hay cartas de Aurelio González Ovies, Pilar Varela, Manuel García Linares, Fernando Arrabal, Luis Leante, Pilar Lozano, Gonzalo Moure, Alba García o del propio Antonio Fraguas, «Forges», que les dedica un dibujo a los niños deseándoles que a lo largo de los años cumplan «muchos libros» de vida.

Una veintena de cartas encuadradas decoran las paredes. La iniciativa tiene visos de seguir adelante y los responsables del centro tienen previsto continuar poniéndose en contacto con personajes relevantes de distintos campos del saber o del deporte para ampliar su colección.

Los cierto es que la muestra es de esas a las que se le puede colgar el cartel de «todos los públicos» porque no es exclusiva para los niños. Si algún que otro adulto se pasase por el colegio para echarle un ojo a las cartas seguro que saldría del centro con el propósito de recuperar un hábito de lectura que en ocasiones se deja aparcado sin saber bien la razón.

«Un amigo me llevó un día a la biblioteca de mi pueblo y me mostró un mundo que no podía imaginar ni en el mejor de mis sueños: el mundo de los libros. Cada historia que leía era como una puerta que me llevaba a mundos lejanos y fascinantes. Descubrí, entonces, que leer un libro era vivir otra vida. Y decidí vivir todas las vidas posibles. Desde entonces no he dejado de leer y de vivir, que para mí son la misma cosa», refleja en su carta el escritor Luis Leante, que en esencia coincide con su colega Rosa Montero: «A mi me dan mucha pena las personas que no leen, y no porque tengan menos cultura y sepan menos, que también, sino sobre todo porque viven mucho menos. Porque al leer libros vives las vidas de los personajes: viajes increíbles, aventuras estupendas, misterios alucinantes», explica en su misiva la periodista y escritora madrileña.

López Otín apela al recuerdo y se traslada a su infancia para cumplir con su cometido de animar a la lectura. «Todavía recuerdo con absoluta precisión el momento mágico en el que una entrañable maestra me enseñó a leer. Sucedió en una pequeña escuela de un pueblo del Pirineo oscense. Allí, con una naturalidad paralela a la del propio paisaje, aprendí una a una las letras de nuestro alfabeto y cómo éstas se unían para formar sílabas y después palabras y con ellas frases que construían historias que comenzaron a ensanchar nuestro entonces limitado horizonte. La vida ya no era sólo lo que nos rodeaba sino que había muchas otras formas de interpretar el mundo». Por su parte, el escritor Alfredo López Cerdá cree que la lectura es una de las claves para salvar el planeta: «El mundo necesita urgentemente una buena dosis de imaginación para solucionar todos los problemas que existen. No hay más que echar un vistazo a nuestro alrededor para darse cuenta. Pero los adultos vuelven la cabeza y piensan en otras cosas. ¡Los adultos ya no tienen remedio! Por eso, creo que solo los niño podrán hacerlo».

El resto de las cartas siguen una línea similar, unas más directas y otras más rebuscadas -como la del filósofo Arrabal- pero todas cariñosas y con un fin fundamental: Que los niños descubran que no existe una consola de videojuegos que le saque tanto partido a una aventura como un buen libro.