S. F.

Los hosteleros de Avilés vuelven a estar que trinan: las innovaciones impuestas por el Ayuntamiento no son del agrado de los empresarios consultados por este periódico. Ana Hevia, la concejala de Festejos, anunció esta semana que la intención del Ayuntamiento de Avilés es centralizar la organización de la vigésima edición de la Comida en la Calle, festejo popular que se celebrará el próximo Lunes de Pascua (9 de abril). Explicó que este cambio se debía a un deseo de evitar discriminaciones. Y es que, a su entender, «algunas personas trasladaron su malestar por el hecho de verse obligados a consumir en algunos establecimientos y negocios». «Si hay de verdad alguien que coacciona a los clientes, que lo denuncien. O, mejor, que se le retire la posibilidad de coger sillas en la fiesta», apuntó Francisco Heras, de un restaurante de la calle de Galiana. Las palabras de Heras resumen el malestar general detectado ayer entre los empresarios de ocio de Avilés. «No hay ni una sola facilidad para los hosteleros y, al final, pagan justos por pecadores», apuntó Alberto Cora, propietario de un bar en el barrio de Sabugo. «La medida me parece mal, muy mal. La fiesta está organizada desde el principio como una celebración popular: es más fácil apuntarse en el bar que hacerlo en el Ayuntamiento», añadió Cora.

«Hay que levantar un monumento a la concejala: fastidia todo lo que toca. ¡A ver qué monta en San Agustín!», ironizó Carlos García Rubio, dueño de un local en la calle del Sol. «No somos aprovechados, ofrecemos un servicio, incluso, los propios servicios de nuestros bares, porque el Ayuntamiento los coloca en unos cuantos sitios solamente», recordó García Rubio. «No se pueden potenciar unas fiestas poniendo este tipo de restricciones», sentenció. «La fiesta funciona desde hace veinte años porque impera el sentido común», recalcó Heras.

Los hosteleros se sienten infravalorados: «Vienen a decir que somos unos aprovechados y eso me molestó mucho», comentó García Rubio. «Nosotros lo que hacemos es tomar nota de cuántos son los clientes que vendrán a comer en la calle, cuando llega el día organizamos un poco la lista: no es lo mismo colocar a unos chavalinos junto a una pareja con un hijo que preparar una mesa para todos ellos juntos», explicó García Rubio.

«El 90 por ciento de la hostelería de esta ciudad no coacciona a nadie», aseguró Heras. El rito de la Comida en la Calle consiste en preparar un menú de celebración en casa y, por regla general, regarlo con las bebidas que proporciona el bar de todos los días. «Cada uno trae la comida que quiere, la repartimos y, al final, bailamos unas sevillanas o lo que se tercie», sentenció Cora.