Vivimos estos tiempos «light» en los que las ideologías han muerto, las huelgas duran media jornada antes del vermú asoleado y hay sindicalistas que lucen el mono con las marcas del planchado en las manifestaciones. Y el futuro de Asturias depende de la decisión de un partido que debe elegir entre derecha e izquierda, como si fuera decidir entre carne o pescado en el menú de una boda. Aun así, el caballo de las desigualdades y de los recortes de derechos laborales (discútase si es necesario o no) cabalga imparable. La crisis siempre es carga pesada para una clase media que hipotecó alegremente toda su vida laboral a cambio de piso, coche y vacaciones. Tiempos sin cafeína, edulcorados por el todo a cien y la moda «made in Tailandia». Occidente se ha aupado a lomos de los olvidados y lo hará hasta dejarlos sin resuello. Todo por una vida sin colores, en la que derecha e izquierda ya sean lo mismo, las huelgas basen su poderío en la estadística manipulable y todo valga con tal de comer cerezas en invierno.