Cuando amaina la tormenta aflora lo que esconde el mar y termina expuesto sobre la arena de las playas. Y a medida que avanzan episodios en la encendida polémica política sobre el Centro Niemeyer también los discursos se relajan. El abandono por parte de Natalio Grueso del proyecto ha hecho aflorar las dudas y los descontentos que también su gestión despertaba en los socialistas. Aunque defienden con uñas y dientes el modelo de la Fundación, reconocen en privado que existió descontrol contable y que la pasarela de famosos que propició Grueso -y que fue un muy positivo impulso publicitario para la ciudad y para Asturias- hoy sería inviable por costosa.

Natalio Grueso tuvo en el ex presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, su principal aliado y su incondicional defensor. «Queremos crear un Avilés nuevo, impresionante, nos vamos a dejar la piel», decía a los cuatro vientos el dirigente socialista en un mitin celebrado en la ciudad en marzo de 2006. Una semana después, LA NUEVA ESPAÑA adelantaba que el comisario del vigésimo quinto aniversario de la Fundación Príncipe, Natalio Grueso, dejaba su puesto en la institución para afrontar el cargo de poner en marcha y diseñar la actividad cultural del conjunto arquitectónico diseñado por el brasileño Oscar Niemeyer. El nombramiento fue decisión del propio Areces, deslumbrado ya entonces por los contactos de Grueso, uno de los principales impulsores del proceso de internacionalización de los premios «Príncipe de Asturias». Por aquel entonces las relaciones de Grueso en la Fundación de los premios eran bastante tensas y su salida para incorporarlo al proyecto avilesino vino al pelo.

La admiración del ahora senador por el director de la Fundación del Niemeyer no hizo más que ir en aumento a medida que fructificó el proyecto. Grueso atrajo a Avilés a un buen número de personalidades a las que Areces, en muchos casos, recibió en persona. Sonado fue el encuentro con Brad Pitt. El entonces presidente autonómico suspendió sus vacaciones para atender, junto a uno de sus hijos, a la estrella de Hollywood.

Anécdotas aparte, Areces y Grueso trabajaron codo con codo por convertir el Niemeyer en un centro cultural dinamizador de Avilés. Y que el ahora ex director del centro cultural de la ría lo consiguió nadie lo pone en duda. Por las obras pasó un buen puñado de personalidades, y a medida que el proyecto cultural tomaba forma el nombre de Avilés sonaba ya en medio mundo gracias a los contactos que atraía la tantas veces ensalzada agenda de Grueso. El ex presidente del Principado, que puso todo su empeño en atraer patronos privados a la Fundación del Niemeyer, dio carta blanca a Grueso. Pero tal confianza comenzó a generar recelos en la última etapa del Gobierno socialista. Y comenzó a fraguarse la desconfianza en el seno del propio partido, pese a que públicamente apenas ha trascendido.

En abril del año pasado ya era un secreto a voces que no existía comunicación alguna entre Grueso y la entonces consejera de Cultura, Mercedes Álvarez. Responsables socialistas de distintos ámbitos reconocían que el personalismo del director de la Fundación estaba haciendo saltar chispas. «Van demasiado por libre», decían ya algunos socialistas sobre los entonces gestores del Niemeyer. Éstos defendían a capa y espada la ansiada independencia del proyecto cultural, pero el dinero que manejaban era público.

Areces dejó los deberes para última hora. Sin haber conseguido los patronos privados necesarios para que sumaran la mayoría de votos en el patronato, forzó un cambio estatutario para alejar del control público la Fundación. Esa decisión, que siempre defendieron los gestores, se adoptó cuando el PSOE ya había perdido el Gobierno regional. Y todo se enredó. El partido de Francisco Álvarez-Cascos se hizo con el timón del Principado y en cuestión de meses estalló una batalla política en torno al Niemeyer que aún perdura con argumentos ya anticipados.

En este proceso, los recelos hacia la gestión de Grueso y los suyos no hicieron más que ir en aumento. También en el PSOE avilesino. Algunos cuestionaron (siempre en privado) la actitud de la alcaldesa, Pilar Varela, al poner la mano en el fuego por los gestores de la Fundación ante las acusaciones de irregularidades contables que lanzó el Gobierno de Foro. Ni las supuestas irregularidades se aclararon ni las cuentas que iban a ser públicas vieron la luz fuera del patronato. La sombra de la duda sobre la contabilidad permanece. En este escenario la dirección de los socialistas asturianos se mostró en todo momento en un discreto segundo plano. Al ahora candidato al Principado por el PSOE, Javier Fernández, poco se le vio por el Niemeyer, aunque sí acudió a Avilés a dar su apoyo a Varela cuando la negociación sobre la Fundación quedó rota en diciembre.

Los socialistas aplauden lo que Natalio Grueso consiguió al frente del Niemeyer, una promoción impagable que, seguramente, es uno de los objetivos que ansía Madrid con su fichaje. Pero ahora reconocen que ese modelo estaba «ya caduco porque el centro necesita una programación más ordenada y con un coste menor». Y también que «la gestión de las cuentas era un desastre». «Mantener la Fundación con él era ya imposible. Si lo que se pretendía era poner Avilés en el mundo, eso se ha conseguido», aseguran algunos dirigentes socialistas. «Estaba claro que había que cambiar el modelo de gestión, pero entre lo que había antes y lo de ahora hay un término medio», añaden.

Hasta el matrimonio entre Varela y el equipo de Grueso pasó momentos difíciles. Los ex gestores aseguraron no haber recibido de ella el suficiente respaldo. En el entorno de la Alcaldesa, por contra, se les acusaba de actuar defendiendo sólo sus intereses.

Ya con Natalio Grueso en otros menesteres, algunos socialistas respiran aliviados. Lo reconocen en privado, aunque las declaraciones oficiales mantengan el tono de los últimos meses. La marcha del hasta ahora director de la Fundación del Niemeyer abre una nueva puerta para el posible entendimiento en el seno de la entidad. Y les viene de miedo para la inminente campaña de cara al 25-M.

En aquel ya lejano mitin socialista de 2006 Álvarez Areces se remontó a la etapa del ministro asturiano Álvarez-Cascos para arremeter en todos los órdenes políticos contra el PP. En la próxima campaña a los socialistas no les hará falta tirar de hemeroteca. Su mensaje está claro: Álvarez-Cascos acabó con el proyecto más ilusionante de los avilesinos y Ana Botella se llevó al héroe y su agenda. Aunque, en el fondo, todos aliviados.