El ex primer ministro de Islandia se enfrenta al banquillo como presunto causante de la ruina del país. Geir Haarde debe rendir cuentas ante la Corte de Landsdomur, una entidad creada en 1905 en la isla para evaluar los desmanes de sus gobernantes. Parece poco probable que Haarde se enfrente a una condena real, pero al menos tendrá que pasar el mal trago de haber quedado expuesto ante su pueblo, acusado de negligencia. Hay poca costumbre de acusar a los responsables políticos por gestión ineficaz. Hacerlo conlleva cierto riesgo, pero generalmente hasta el peor gestor se va con un halo de «servicios prestados» y estadista. Cierto es que las urnas ponen a cada cual donde le corresponde, pero poco más. En este callejón en que nos encontramos, los ciudadanos pagan las consecuencias, sufren los ajustes y encima acaban señalados como los causantes indirectos por vivir por encima de sus posibilidades. Pero si al final somos nosotros los culpables de todo, ¿para qué los elegimos?