Pulide (Castrillón),

Myriam MANCISIDOR

La jira a Pulide ha cumplido 29 años y los fieles a esta fiesta de «prao» parecen haberse acostumbrado ya a sortear el desnivel que lleva a esta sierra prelitoral, que con 433 metros de altitud es uno de los mejores miradores de Castrillón. Los romeros cumplieron ayer con la tradición y decenas de personas -aunque menos que en 2011- acudieron hasta el alto a pie, en caballo o en coche para participar en una fiesta declarada de interés turístico rural.

Casi todos llevaban lo indispensable para disfrutar de una jornada de domingo al aire libre: sidra, viandas, gorros mayoritariamente de paja, sillas, mesas, toallas y, sobre todo, ganas de pasarlo bien. ¿Para comer? Tortillas y empanadas, algún que otro chorizo criollo, bollos «preñaos» y, sobre todo, costillas que asaba con esmero Luis Martín. ¿Ubicación? El Prau'l Marqués, desde donde se divisa desde el Cabo Peñas a Busto y desde los Picos de Europa hasta las cimas que dibujan el Camín Real de la Mesa. Aunque en la cima soplaba el viento, los romeros solo pedían que les respetara el agua.

La fiesta comenzó a eso de las once de la mañana con la salida de carrozas y caballos desde El Cuadro (Pillarno). Había artilugios de todo tipo: balagares, hórreos, setas... Luego se celebró una misa de campaña amenizada por un grupo de música regional y, a continuación, actuaron el grupo de baile «Maura Xeva», el grupo de gaitas «Urriello» y el grupo de baile de Corvera. Ya por la tarde hubo juegos populares y el fin de jira llegó con «Alto Standing». Con los últimos acordes, los romeros regresaron a casa, cuesta abajo y ya con las botellas de sidra vacías. Dentro de doce meses, más.