El ladrón «discreto», ya saben, aquel tipo que robaba bancos en Avilés sin armar jaleo, ha pedido una rebaja en su condena de 13 años porque, explica, puesto que ha confesado y lo ha admitido todo algún premio debe tener. Desde luego, su actitud no se asemeja a otros atracos a mano armada a los que nos acostumbramos pero que socialmente admitimos sin más derecho que al pataleo. Ahí tienen, por ejemplo, el euro y medio del billete de autobús en Avilés, la subida del IVA o los recortes salariales y de derechos que aconseja el Gobierno: robos lentos y callados con los que tragamos porque si no se va al garete el país entero, o eso dicen. Sin embargo, los ladrones «discretos» de guante blanco (que se parapetan en los consejos de administración de los bancos o en sus cochazos mientras quiebran sus empresas, o en sus cargos en los que dilapidan dinero público) no nos han reconocido todavía su culpa. Así, desde luego, la opinión pública no debería atenuarles la pena.