Cancienes, Illán GARCÍA

María López Barrio nació en el Hospital San Agustín de Avilés en 1975. Sin embargo, es corverana de pura cepa, de Cancienes de toda la vida. Aún recuerda cuando la parroquia de sus amores eran sólo praderas y las escuelas estaban ubicadas en lo que hoy es el consultorio médico. Esa identidad de pueblo que Cancienes mantenía a finales de los años setenta permanece a duras penas. Sin embargo, María López Barrio, quiosquera de profesión y actriz de afición, no duda en reivindicar esa idiosincrasia. «Lo que antes llamaban el grupo José Antonio eran pumaradas y todo fue creciendo, y la verdad, había más antes que ahora, que si cine, que si baile, en la actualidad contamos con lo básico, pero echo de menos ese ambiente de pueblo», afirma López.

LA NUEVA ESPAÑA comienza hoy una sección semanal en la que pretende mostrar otra cara de las siete parroquias del concejo de Corvera a través de personas vinculadas al mundo artístico. Actrices, cuentacuentos, cantantes, escultores y demás corveranos analizan lo que, a su juicio, es, fue y será su parroquia.

Actualmente, Cancienes tiene una población que ronda las 2.000 personas. Pero ya nadie grita desde las ventanas: «A cenar». «Y eso lo echo de menos», se lamenta María López. Su trabajo desde hace 20 años le ha permitido mantener esa esencia de pueblo. «Conozco a la gente que viene al quisco hasta por la hora, y algunos, los más viejos, me llaman Mariyina». Hace tres años decidió acompañar a su sobrino Miguel García a un taller de teatro en el colegio, pese a que su hija -Sofía Rodríguez- ya había pasado al instituto. «Yo seguí y mi sobrino lo dejó», remarca. Ahora, cada vez que se sube en el escenario se libera y se relaja de tal forma que le permite evadirse de la rutina diaria. «El teatro me da subidón, es una buena terapia para desconectar», incide. Cuando puede también da un paseo por Nuña o a las aldeas de la parroquia, al Bosquecillo, y escapar del constante «run run» de los coches que cruzan la recta de Cancienes «y dar la lengua con los vecinos».

«Da gusto cuando sales un poco y, de vez en cuando, hay alguno que me da una docena de huevos o una sidra, eso es el pueblo», sonríe. La zona rural de la parroquia sigue manteniendo esa esencia que añora María López y eso se traslada, en ocasiones, al barrio propiamente dicho. Sin embargo, la actividad cultural de Cancienes ha ido, paulatinamente, decayendo. La quiosquera y actriz recuerda que en la plaza Hermanas Bobes había una cancha en la que jugaba el club Balonmano Imperial, y cuando las fiestas del pueblo estaban llenas a rebosar. «Y la AJK -Asociación juvenil de Kancienes- que organizaba un montón de actividades, antes en el barrio había muchos jóvenes, pero ahora no tienen donde meterse, antes todos los bajos tenían vida», destaca, mientras saluda a casi el todo el que se cruza en su camino. «Pareces famosa», le espeta un vecino mientras la fotógrafa le saca una ráfaga de instantáneas. Ella sonríe y se para a charlar. Esa también es la esencia del pueblo.

Más de treinta años viviendo en Cancienes y una vida como quiosquera han dado para mucho. «Aún recuerdo de cuando estaba abierta La Lechera, tenían la mejor leche condensada a nivel nacional, la verdad que fue una pena que cerrara, otra pérdida más después de un siglo a las espaldas», destaca María López, que nunca pierde la sonrisa.

La quiosquera tiene don de gentes y eso se muestra en el escenario. Antes de subirse a las tablas le entra el medio escénico, que desaparece ipso facto en cuanto comienza su actuación. «Me crezco en el escenario», sonríe, mientras se acerca camino de Montegrande para admirar la vista de Cancienes que se ve desde este punto ubicado junto a la localidad de Camina. «Aquello es el Campo La Vega, Nuña», explica mientras señala el valle de Cancienes que entremezcla la vida urbana y la rural a escasos metros de distancia. María López Barrio añora ese Cancienes de pueblo, de relaciones directas entre unos y otros, de praderas y pumaradas. «Mi hija, de 16 años, ya no tiene visión de aquel pueblo», afirma María López, que no dejará de reivindicar esa idiosincrasia, bien sea desde el escenario o desde su quiosco.