No faltan autores a quienes llama mucho la atención la masonería, e impresionados tanto por su evidente discreción o, si se prefiere decirlo así, por su secretismo, busquen en otras asociaciones menos ocultas la cara amable y la pantalla social de la Masonería suponiendo que a través de ellas ejerce ésta una influencia que, a juicio de sus críticos, es malvada y con ánimos de dominar al mundo de forma subrepticia y oculta. Así, algunos, achacan a organizaciones internacionales, tales como el Club Bildenberg, la Trilateral, los Caballeros de Colón, la Fabian Society, los Rosacruces o el Rotary Internacional, bajo su aspecto normal y público, ocultas conexiones y dependencias inconfesables con la Masonería, hablando, incluso, de un gobierno mundial en la sombra que toma decisiones de enorme trascendencia y que son obedecidas sin rechistar por los gobiernos de las naciones que están infiltrados seriamente por elementos masónicos. Todo esto tiene visos de ser una pura fábula.

Hoy vamos a ocuparnos solamente del movimiento rotario al cual mucha gente asocia con la masonería. No es ajena la propia masonería a la puesta en circulación de éste infundio pues los mismos masones dicen que los rotarios son sus hermanos menores. Esto es una absoluta falsedad, es algo que carece por completo de consistencia, pues como rotario que fui durante muchos años, me consta que no existe la menor conexión entre rotarismo y masonería.

En el rotarismo, al revés de lo que sucede en la masonería, no hay secreto alguno. Todo lo contrario, cada distrito rotario (dos en España) publica anualmente la lista completa de los clubes rotarios y los nombres, apellidos y profesiones de todos sus socios. Estos se reúnen semanalmente para tratar de sus asuntos en lugares públicos (generalmente en hoteles de lujo), para almorzar o tomar un aperitivo, y lo hacen sin rituales complicados ni ceremonias esotéricas. No existen ni secretos ni procedimientos de iniciación y los propios clubes buscan mediante invitación a personas distinguidas en el ámbito de los negocios, de la cultura, de las profesiones liberales, incluso de los oficios y del comercio, para que formen parte de la asociación rotaria, pero nunca, que yo sepa, lo han hecho en el campo de la política. Además, y también al contrario de lo que sucede en las reuniones masónicas (que ellos llaman "tenidas"), y que están restringidas rigurosamente a los miembros iniciados en la secta, a las reuniones de los rotarios acuden muchas veces personajes invitados, ya para dar una conferencia, ya para compartir mesa y mantel con los miembros del club, sin que ésta visita signifique un compromiso ni otra cosa que una relación de amistad.

Aunque en un principio hubo reticencias en la Iglesia Católica hacia el Rotarismo, la cuestión hoy está perfectamente aclarada y zanjada. A mayor abundamiento, tomo literalmente las palabras del papa Pablo VI en una alocución a los rotarios:

«Es buena la forma de asociación del Rotary Club: amistad y cultura; bueno también el método: reuniones periódicas en almuerzos amistosos coronadas por una conferencia rigurosamente informativa sobre cuestiones de actualidad. Buenos, por consiguiente, los fines, a saber: infundir en las diversas profesiones de los socios una exigencia de seriedad y honradez, así como promover el progreso de la cultura y de las relaciones amistosas entre los hombres y las naciones»

Pese a toda la carga negativa que existe en la sociedad contra la masonería, también es de justicia decir que ésta no es la hidra de las siete cabezas, todas ellas maquinando maldades y fines inconfesables, así como tampoco los clubes rotarios son otra cosa que asociaciones de hombres de negocios que buscan su provecho, como cualquier otra empresa o sociedad mercantil aunque siempre dentro de una ética elevada. De sus beneficios es precisamente de donde salen las cuotas que el movimiento rotario destina a fines benéficos, tanto internacionales, como la vacuna contra la poliomielitis y otras enfermedades endémicas del Tercer Mundo, como de donaciones para remediar en la medida de lo posible necesidades de su propia comunidad.

La masonería, que por su parte asegura que nadie fuera de su seno posee la Verdad ni la Luz, rehuye siempre la polémica, cosa verdaderamente extraña, pues quien cree poseer la luz verdadera, jamás se niega a la confrontación ni al debate, porque éste debate sería enriquecedor y contribuiría a desmitificar los aspectos oscuros de los que se reviste la secta y que tanto intrigan a los que ellos llaman «profanos» condición por la cual son desconocedores de lo que se habla y se decide en las logias.

Sin embargo y contra toda lógica, la masonería así ante los ataques más agresivos, como ante las alabanzas más cordiales, guarda un prudente silencio y jamás trascienden a los medios de comunicación ni el enfrentamiento contra quienes la atacan, ni la complacencia con quienes la ensalzan. Esta actitud, sin duda, forma parte de su doctrina y, desde luego, de su estilo.

Ellos sabrán por qué?