Luanco, Illán GARCÍA

Silverio Suárez Artime tiene 60 años y más de la mitad de su vida la ha pasado en un aula. «Treinta y cinco años de profesión y 33 de ellos en Gozón, tanto en La Canal como en La Vallina», afirma este maestro que finalizó su labor como profesor de La Vallina hace unos días para jubilarse. Silverio Suárez siente que su profesión conlleva un aprendizaje constante. «Los críos te lo cuenta todo y eso te obliga a que aprendas de ellos, me encantan los niños si es por ellos no me jubilaría nunca, eso sí la política educativa no me anima a seguir», destaca este maestro de vocación, natural de Antromero. Este profesor que hasta hace unos días trabajaba como tutor del aula de 5ºA de La Vallina afirma que la educación ha cambiado mucho desde que comenzó a dar sus primeras lecciones. «Con las especialidades, la figura del tutor quedó en segundo plano y, entonces, surge el concepto de trabajadores de la enseñanza en vez de maestros», explica Suárez Artime.

Los cambios en la política educativa en los últimos años y con especial hincapié en la última reforma implican que los consejos escolares pierdan su importancia y que el director gane más poder, según explica este maestro. Silverio Suárez demanda un acuerdo entre todos los grupos políticos para salvar la Educación en este país, para la que, a su juicio, los recortes lo único que consiguen es entorpecer el desarrollo de las clases y el futuro de los estudiantes.

Los alumnos del colegio donde da clase desde el curso 1988-1989 y los profesores hicieron un homenaje a Silverio Suárez el pasado viernes, dentro de los actos del programa de Navidad. Y todo ello por sorpresa. Ahora, este maestro de los pies a la cabeza, echa la vista atrás y recuerda sus experiencias como coordinador de los deportes escolares allá por los años noventa. «Cogíamos el autobús en Luanco, los críos y yo, sin padres, e ibamos a jugar a otros colegios de Avilés y Castrillón, disfruté mucho con los críos», destaca este profesor que no olvidará su estancia en La Canal, en Río Castiello, en Tineo, en el centro Baudilio Arce de Oviedo, y, por supuesto, en La Vallina durante 35 años. Ahora, Silverio Suárez pasará más tiempo con su mujer, Victoria Bango, su hija Laura y el huertín que posee en su Antromero natal.