E. CAMPO

Julio Chongo se pone la bata blanca y se presenta: «Aquí está el chef superior». En la cocina del piso donde Cáritas ofrece cursos de atención doméstica ya lo esperan, con las manos en la masa, la también cubana Arely Pérez y la rumana Nicoleta Unguranu. Y es que este año la clausura del curso de formación fue diferente: los alumnos se convirtieron en profesores para elaborar platos de sus países de procedencia, bajo el título de «Compartiendo lo que sabemos». El primer día, cocina dominicana y senegalesa. El segundo, cubana y rumana.

El primer paso para los alumnos fue conseguir los ingredientes. Porque las yucas y los plátanos machos no son tan fáciles de localizar como en Cuba, y menos aún en su punto de maduración exacto. «La yuca azulosa contiene azufre y es venenosa», recita Chongo. La receta de Arely Pérez es cocer la yuca y después agregarle aceite de girasol, ajo, limón, naranja agria y un poco de sal. Por su parte, Julio Chongo se dispone a preparar fritura de malanga y boniato. «Tuve que pedir una olla prestada a la vecina de arriba para hacer frijoles», añade.

Mari Luz Baeza, trabajadora social de Cáritas de Avilés, explica el objetivo de esta actividad: «Queremos que nos enseñen a cocinar los productos típicos de los distintos países, tienen mucho que enseñar». Y añadió: «Muchas cosas las tienen que comprar en los locutorios, otras las encuentran en las tiendas habituales». Nicoleta Unguranu optó por un plato típico navideño de Rumanía: «sarmala», que consiste en carne picada con cebolla y arroz envuelto en hojas de repollo.

Trece alumnos participaron en este último curso de atención domiciliaria de Cáritas, procedentes en su mayoría de otros países. Y de ellos, tres ya han encontrado trabajo, pese a las dificultades del momento. «Este curso ha sido muy bueno para atender las peticiones de empleo doméstico que nos llegan», indica Baeza. Y asegura que esta promoción concretamente ha sido muy buena: «Son alumnos con muchas ganas de trabajar que han respondido fenomenal». De hecho, Cáritas ha decidido ofrecerles en enero un curso de panadería y repostería para completar su formación. Y otros alumnos continuarán su formación con retos ambiciosos: es el caso de Julio Chongo, que gracias a los conocimientos que adquirió en Avilés ha sido admitido para un curso de cocina internacional. «Aprobé gracias a lo que aprendí aquí», asegura. Ellos aprenden a cocinar su vida entre fogones.