Amaya P. GIÓN

La ciencia que estudia la conducta y los comportamientos de los individuos es la pasión y profesión de la castrillonense Gloria García Fernández. Los envidiables resultados académicos de esta joven psicóloga (acaba de ser premiada por su trabajo de Doctorado) han tenido como fruto un hueco como investigadora en la Universidad Complutense de Madrid, labor que compagina con la docencia y con la clínica. Conocedora de las dificultades que atraviesan los investigadores, la joven traslada ánimos a los que quieren seguir sus pasos y lanza una receta para conseguirlo. «Es crucial rodearse de gente positiva, con ganas de hacer cosas, con iniciativa y energía positiva».

García Fernández cursó la entonces Educación General Básica en el Colegio de Campiello de Piedras Blancas, del que pasó al Santo Ángel. Tenía claro desde niña que lo suyo era la Psicología. «Siempre me gustó el rol del psicólogo, me atraía, y desde pequeña leí libros sobre la materia», dice. No le gusta presumir de sobresalientes, pero dicen quienes la conocen que «siempre fue de notazas». La carrera la estudió en la Universidad Pontificia de Salamanca, unos años en los que también aprovechó para participar de una beca Erasmus en Leeds (Inglaterra). Y no paró de moverse y de alimentar su formación. Después vino un Máster en Psicología Clínica y de la Salud en la Universidad Complutense de Madrid y el doctorado con la Universidad de Oviedo que ha culminado con premio.

«Siempre me interesó la investigación y la docencia, así que di el paso al doctorado y me pasaron al grupo de conductas adictivas para trabajar en proyectos de investigación», explica. Durante los últimos años ha trabajado en la tesis «Parámetros de eficacia del programa CRA (aproximación de reforzamiento comunitario) más terapia de incentivo para la adicción de la cocaína», estudio por el que el pasado 28 de enero recibió uno de los premios que concede cada año con motivo de la celebración de Santo Tomás de Aquino la Universidad de Oviedo.

El estudio parte de los tratamientos psicológicos para la adicción de la cocaína que se vienen aplicando en Estados Unidos en las dos últimas décadas. «Analizamos si esas terapias funcionan en contextos reales, en España y en otros países del entorno. Aplicamos un programa de adicción a la cocaína en Proyecto hombre Asturias (Gijón) y que parece que se obtienen mejores resultados que con otro tipo de intervenciones más tradicionales», explica.

Ese tratamiento incluye un programa psicológico que se une a una serie de procedimientos más tradicionales, que también pasan por conseguir la abstinencia de la persona adicta y cambiar el estilo de vida asociado al consumo. «Añadimos un componente novedoso, un manejo de contingencias, en el que se premia a los pacientes que están sometidos al tratamiento por sus analíticas limpias. Cuando acuden al centro les realizamos un análisis de orina. Si está limpia les damos puntos que pueden canjear por premios. Estos nunca son en metálico, sino que están relacionados con bienes servicios incompatibles con consumo de drogas, como entradas para el cine o para piscina municipal, un bono para comprar libros o discos, para bajar el río Sella en canoa», aclara.

Este estudio, financiado por el Plan Nacional sobre Drogas, es la continuación de otro trabajo previo sobre la misma temática. «El grupo de conductas adictivas lleva unos años investigando sobre el tratamiento. Esta nueva fase es la continuidad del proyecto y también evalúa su eficacia. Comprobamos que a los seis meses es eficaz en el 60 por ciento de los casos», explica la castrillonense.

Este no es el primer trabajo vinculado a los planes de drogas en los que participa la castrillonense. El estudio «Jóvenes en Castrillón, realidad y percepciones respecto al uso de drogas» también lleva su sello. El grupo de conductas adictivas de la facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo formado por Roberto Secades, José Ramón Fernández, Olaya y Gloria García estudió en los años 2008 y 2009 las asociaciones juveniles del concejo castrillonense y a los usuarios de los locales de encuentro.

Gloria García Fernández reside ahora en Madrid, donde compagina la docencia, como profesora asociada en la facultad de Psicología de la Universidad Complutense, con la práctica (también trabaja en una clínica). ¿Y las expectativas? «Me gustaría poder seguir desarrollando mi carrera en España y volver a Asturias, aunque lo veo complicado tal y como está la situación actual», dice mientras piensa ya en una nueva reunión de trabajo con el grupo de investigación de conductas saludables con el que también colabora.