C. G. MENÉNDEZ

«Tenemos que hablar de forma positiva con los jóvenes. Debemos reforzar, valorar y disfrutar de sus buenos momentos y utilizar en casa un lenguaje motivador y de respeto para que ellos lo recojan y reproduzcan», señala Remedios Cotarelo Alonso, educadora del equipo de intervención técnica de apoyo a la familia, quien a las 11.30 horas de hoy ofrece una charla en el Edificio Fuero (c/ Fernando Morán, 26). Con este acto comienza una nueva etapa de la Escuela de Familias de Avilés, un programa impulsado por el Servicio de Educación del Ayuntamiento con el objetivo de crear un espacio en el que compartir, intercambiar experiencias e inquietudes sobre la educación de los hijos. La segunda charla tendrá lugar también hoy, a las 16,30 horas, en el colegio Enrique Alonso (Avenida de Cervantes, 24) y correrá a cargo de Marián Moreno Llaneza, filóloga y experta en coeducación. El tema de su ponencia es «¿Quieres tener una hija Barbie o un hijo Rambo?»

Bajo el título de «Autoestima y asertividad en los hijos: cómo conseguir que se sientan bien y confíen en nosotros y en sí mismos», Cotarelo expondrá a los padres -a quienes está dirigida la charla- la importancia de que los hijos vean en los progenitores «nuestras debilidades y fortalezas. No debemos olvidar que somos sus modelos», apuntó al tiempo que añadió la conveniencia de «transmitirles confianza y seguridad personal. Pero también que vean cómo elogiamos actitudes y comportamientos de uno mismo y de los demás ya que si no sabemos ofrecer elogios y faltamos al respeto, es imposible que consigamos que ellos actúen de igual forma».

Para la diplomada en Trabajo Social, «la terminología empleada con los hijos importa mucho. No se les puede exigir aquello que nosotros no le damos, sobre todo en la adolescencia. Cuando en esta etapa empiezan a rebelarse, si les tratamos de transmitir cualquier mensaje con educación, la respuesta va a ser muy diferente», manifestó.

Igualmente, Remedios Cotarelo hizo hincapié en la necesidad de marcar límites a los jóvenes. «A veces por cansancio tras una dura jornada, falta de tiempo o no querer dialogar, se les permite todo; un error, ya que de esta forma no aprenden a valorar el esfuerzo». Los niños y sobremanera los adolescentes, apunta la experta, «saben razonar si viven en un entorno de respeto y transmiten opiniones sin saltar bruscamente, pero ello requiere un aprendizaje que se adquiere en casa».