El Día del Libro acaba convirtiéndose en el Día de la Literatura, cuando una cosa no tendría por qué estar relacionada con la otra. «Recomiéndeme un libro», es lo habitual en jornadas como la de ayer. Y casi siempre sale una novela, o un libro de poemas. Acaso algún ensayo. Pero el que pregunta se quedaría pasmado si el otro respondiera: «Álgebras de Lie y su aplicación en la mecánica cuántica», por poner un caso. Soy un enamorado de los libros, hasta el punto de que están a un paso ya de sacarme de casa, pero no creo que los nuevos soportes vayan a suponer el fin del volumen de papel ni mucho menos. Ni tampoco que las nuevas tecnologías hagan que la gente lea menos. Quizás, al igual que ocurre con la prensa, el mercado esté cambiando y, por tanto, deba hacerlo también el negocio. No nos olvidemos de que «Mein Kampf» era un libro, y también lo es «Cincuenta sombras de Grey», por poner dos ejemplos. Y siempre recomendaré leer, por ejemplo, a Kafka en un «e-book» antes que comprar cualquiera de los dos anteriores en papel.