-¿Han contabilizado el número de niños que pueden haber sido víctimas de desahucios en España en los últimos años?

-El problema es que no hay datos específicos que nos permitan cuantificar en cuantos hogares desahuciados están implicados niños. El tema de la vivienda es ya una línea roja. Los niños no deben ser desahuciados de las viviendas que habitan hasta que no haya una solución para ellos y para su familia. En este sentido, nos preocupa mucho una sentencia reciente del Tribunal Europeo de caso en Andalucía a raíz de un desahucio, que en vez de apoyar a la familia ordena a la Administración asumir la tutela de esos niños.

-¿Porque sus padres no tienen dinero?

-Eso es. Que los padres sean pobres no es motivo para quitarles a sus hijos. Ahí la obligación del Estado es apoyar a la familia. Y lo mismo ocurre con la alimentación.

-¿A qué se refiere?

-Tememos que este verano nos tengamos que enfrentar a cierto nivel de emergencia por el cierre durante las vacaciones de los comedores escolares, un servicio que en los últimos años ha ido sufriendo recortes.

-¿Los niños españoles empiezan a pasar hambre?

-Pasar hambre quizás sea exagerado, pero sí que están aflorando casos de poca capacidad en las familias para atender las necesidades alimenticias de los niños. No estamos ante un problema de desnutrición, sino de mala calidad de la alimentación por testimonios de organizaciones que trabajan en intervención social.

-¿Las políticas de infancia siguen al margen de la agenda política?

-Uno de nuestros propósitos es poner la situación de los niños en la agenda política, cuestión difícil. Se están dando pequeños avances pero todavía no existen políticas activas, más bien compromisos de apostar por la lucha contra la pobreza infantil. Lo que queremos es que se plasmen en realidad, en una prioridad política y en dotaciones presupuestarias. No hay que olvidar que los niños no votan, y en este sentido tienen menos opciones desde el ámbito político.

-Al contrario de lo que ocurre con los mayores...

-Sí, el sistema de pensiones ha sido un colchón para los mayores de 65 años. Los jubilados han pasado de ser el grupo con mayor índice de pobreza antes de la crisis a estar por debajo de los niveles generales. Eso no significa que estén mejor que antes, pero el sistema de pensiones les ha servido de colchón mientras el resto de población iba perdiendo poder adquisitivo, ingresos y recursos por el desempleo. Estamos ante una situación en que los hogares con niños no cuentan con ninguna red de protección desde las administraciones públicas. España gasta muy poco dinero en protección social a la infancia.