El marisco «huyó» de Avilés casi al tiempo que la industria pesada se asentaba en ambas márgenes de la ría y las aguas se teñían fruto de la contaminación. Ahora, sesenta años después, el estuario ha recuperado buena parte de aquella biodiversidad que perdió. Almejas, cangrejos, berberechos u ostras pueblan ya la ría avilesina, especialmente la ensenada de Llodero, la única zona protegida del interior de la ría. Pero ninguna especie se ha reincorporado con tanta fuerza como el mejillón.

Miles de estos moluscos viven a lo largo de todo el estuario algo que, según los ecologistas, es señal de la progresiva recuperación de la calidad de las aguas. Los ejemplares de mejillón que tapizan las riberas de la ría no son, sin embargo, comestibles: los bivalvos se alimentan filtrando el agua del mar y extrayendo de ella los nutrientes, por lo que asimilan cualquier tipo de contaminación. Lo que sí es comestible, a juicio de algunos pescadores, son ciertos crustáceos como las andaricas y los centollos que desde hace tiempo se dejan ver en las inmediaciones del espigón de San Juan.

«Nosotros sacamos andaricas en una ocasión, las llevamos a casa, las comimos y aquí estamos, sanos», sentenció Gonzalo Sierra, un avilesino habitual del espigón de San Juan. Su hijo, Alfonso, precisó: «Estas andaricas no tenían ningún sabor raro y no tienen por qué estar malas pues entran y salen de la ría con las mareas, no crían aquí».

Aunque la presencia de crustáceos cada vez es más habitual en la bocana de la ría, los pescadores se dedican, no obstante, a otras pesquerías: el aligote, dicen, es lo que más entra. Luego chicharros, xardas y de tanto en cuando también merluzas. «Las aguas están más limpias, es evidente, y esto influye en que haya más pescado», sentenció Sierra.

En la margen derecha de la ría, en las inmediaciones de la ensenada de Llodero, el marisco también ha colonizado agua y arenales. En el año 1991 los integrantes del grupo ornitológico Mavea registraron los primeros ejemplares de almeja de perro. A finales de siglo llegaron los mejillones y ahora ya se pueden ver ostras y almejas babosas. Faltaban las navajas, y estas han llegado este año.

«Tenemos, además, varias especies de bígaros, llámparas y oricios además de varias especies de crustáceos y también percebes», manifestó un portavoz de Mavea, que destacó que la pasada semana se registró una nueva especie: la Arola, una almeja norteamericana que puede alcanzar hasta los diez centímetros de longitud. «Las especies estuarinas se cuentan por decenas, las pulgas de arena y las quisquillas por miles», manifestó el coordinador de Mavea, César Álvarez Laó.

El pescador ovetense Alberto Román destacó que ahora es frecuente ver en la margen derecha de la ría almejas y berberechos. «Habitualmente nadie coge estas especies», precisó, y destacó que el aumento de marisco en el estuario beneficia a la pesca de recreo: «Los peces que tienen dentadura fuerte como la dorada o el xargo se alimentan de marisco».

En cuanto al consumo de las distintas especies de marisco que ahora han vuelto a la ría, Mavea lanzó un aviso: «La mayoría de estas especies son organismo filtradores, es decir, que se alimentan de toda la materia orgánica y porquería que flota en la ría, por lo que su consumo es un peligro para la salud», dijo Laó.

Criticó, en este sentido, a quienes cogen llámparas en la ría y las venden en algunos bares. «Lo mismo hacen varios barcos que fondean nasas con cangrejos durante varios días en la ría y luego venden esos animales que estuvieron comiendo porquería. La Autoridad Portuaria es conocedora de esta situación pero no actúa para impedirla», confesó.

Laó incidió en que aunque las aguas de la ría de Avilés están cada vez más limpias «aún hay muchos desechos». Recomendó asimismo evitar la captura de estas especies para permitir la colonización de dichas especies y que aumenten las poblaciones. De seguir adelante con la limpieza de las aguas, tal vez la ría de Avilés pueda algún día volver a tener empresas ligadas al mundo del marisco en ambas márgenes de la ría.

El estuario avilesino fue conocido en su día por sus bancos de ostras y también entre los ribereños por la enorme cantidad de berberechos, almejas y navajas existente. Los mejillones representaron, a su vez, una fuente de riqueza económica con bateas instaladas en la ría. Luego las aguas se oscurecieron y la contaminación barrió de vida la ría. Hoy el marisco se deja ver de nuevo.