Carolina G. MENÉNDEZ

Las humedades en paredes, techos y suelos campan a sus anchas en el edificio de Valliniello donde la Escuela de Arte imparte los estudios de restauración; los de diseño gráfico, por su parte, se desarrollan en el palacio de Camposagrado ante la falta de espacio para acoger ambas titulaciones artísticas. La edificación de Valliniello, antiguamente ocupada por el Centro Integral de Formación Profesional (en la actualidad se encuentra en la calle Marqués) y situada a la vera del colegio público, acoge las especialidades de conservación y restauración de pintura, escultura y documentos gráficos, áreas en las que está matriculado un total de 73 alumnos. Aquí, la escasez de metros cuadrados no es el problema; todo lo contrario, hay aulas cerradas y las ocupadas tienen desplegados con holgura los enormes tableros sobre los que trabajan los estudiantes. Y el material que manejan, desde caballetes hasta grandes bastidores pasando por todo tipo de maquinaria, tienen igualmente cabida. Aún así, las dependencias no se ajustan a las necesidades y los dos edificios que integran el centro educativo se encuentran en avanzado estado de deterioro.

Adecuar las instalaciones requeriría actuar sobre todo el conjunto: tejado, ventanas, suelos, instalación eléctrica... lo que supondría una inversión muy alta que no merece la pena para un inmueble antiguo, según señala Roberto Crespo Joglar, director de la Escuela de Arte. Por ello, tanto el equipo directivo del centro universitario como el Ayuntamiento de Avilés apuestan por la construcción de un edificio nuevo en un solar próximo al Centro Niemeyer y para el cual existe desde hace años un proyecto arquitectónico que permanece congelado en los cajones de la Consejería de Educación. "Una nueva sede permitiría aunar al alumnado, la biblioteca de ambas áreas y al equipo docente, ya que algunos profesores se ven obligados a andar todo el día de Camposagrado a aquí", comentan María Sedano, jefa del departamento de restauración, y María José Velasco, profesora de restauración de documentos gráficos.

Igualmente, no se duplicarían recursos y, además, para los estudiantes sin coche sería más sencillo llegar a la escuela, ya que la línea de autobuses de Luanco, con la parada a una distancia considerable del centro, no coincide con los horarios educativos. Como curiosidad señalar que para llegar a tiempo a clase, el curso pasado, una alumna de Mieres debía levantarse a las cinco de la mañana y, este año, un joven de Villaviciosa tiene igualmente que levantarse al alba.

Mientras el Principado descongela o no el proyecto que requeriría de alguna actualización (dada la evolución al alza en el número de alumnos) profesores y estudiantes agudizan su ingenio para superar las deficiencias del edificio de Valliniello y asumen con resignación sus limitaciones. Así, por ejemplo, parte de un aparcamiento está vallado por desprendimiento de cascotes, algunos fluorescentes han sido anulados para evitar que salte el automático, hay persianas permanentemente bajadas porque entra el agua por las ventanas y el grupo de documentos gráficos tiene que trasladarse a otro edificio si necesita hacer uso de una máquina que por su peso hubo de instalarse en el sótano ya que no soportaba la estructura del primer bloque, cuenta María José Velasco. Y si llueve, como no existe un paso que comunique ambas edificaciones, se ven obligados a tapar con plásticos la obra que trasladan.