El ansia por conocer mundo y aprender idiomas llevó a la castrillonense Natalia Álvarez a hacer la maleta y buscar una oportunidad laboral fuera de España. Esta bióloga de 28 años recaló en la capital alemana en septiembre de 2011, donde se benefició de una ayuda por la que el Gobierno alemán le sufragó durante seis meses un alquiler y clases del idioma. El pasado marzo volvió a hacer el macuto, esta vez rumbo a Fráncfort, en cuya Universidad consiguió un contrato como asistente en el departamento de Didáctica de la Biología. Pero como prácticamente todo aquel que abandona sus raíces, quiere regresar a su país. "Mi sueño desde el punto de vista laboral es llegar a doctora para poder acceder a una plaza en la Universidad, en España. Sí que quiero regresar", reconoce.

Álvarez Montes se licenció en Biología por la Universidad de Oviedo previo paso por las Doroteas de Avilés. "Nunca me planteé estudiar otra cosa, pese a que mis padres insistían en que no tenía salidas profesionales. Lo de la Biología fue siempre vocación y no me he arrepentido en ningún momento", explica. Aunque un principio sus pasos iban encaminados a la Biología sanitaria, con el paso de los años se decantó por la ambiental. "Aunque ahora estoy en didáctica, creo que puede ser un buen complemento para temas de educacion ambiental", apostilla .

Ya licenciada, durante cinco meses preparó la tesina en el área de Nutrición de la Universidad asturiana y a continuación accedió a un contrato de ocho meses en el Ayuntamiento de Castrillón, gracias a un plan de empleo. Lo compaginó con un Máster de Formación de Profesorado. En la administración local colaboraba en la redacción de informes técnicos sobre proyectos medioambientales y de protección ambiental. "Me sirvió para familiarizarme con el mundo laboral y ser un poco independiente a la hora de realizar un trabajo", argumenta la joven.

Fue en septiembre de 2011 cuando aterrizó en Berlín junto a su novio, arquitecto ovetense que ha puesto en marcha un negocio por internet. Tan sólo cuatro meses después, el gobierno alemán le concedió una ayuda durante seis meses que incluyó el pago de un curso del idioma (nivel B1, con examen oficial) y el alquiler de la vivienda. "Fue una gran ayuda y algo impensable en España. He conseguido trabajo y estoy pagando mis impuestos, pero conozco gente que una vez que dejaron de pagarle, se volvieron a España. Quizás por eso en los últimos meses han restringido las condiciones para acceder a ese tipo de ayudas", prosigue. Natalia Álvarez tiene contrato hasta diciembre, con opciones de prórroga hasta el mismo mes de 2015. Su trabajo consiste en la evaluación de unos materiales didáctivos sobre la evolución del hombre y en colaborar con el profesorado en las tareas del departamento, Didáctica de la Biología.

La joven castrillonense acaba de conocer cómo se desarrollan las campañas electorales en el país germano. Para ella, había un claro vencedor. "Nadie percibía que puediese haber algún candidato a canciller que no fuese Angela Merkel, estuviese de acuerdo con sus políticas o no. No conozco a ninguna persona a la que le haya extrañado su victoria, al menos en la región en la que yo vivo", apunta.

Las miras de Álvarez Montes están puestas en una plaza como profesora en su país de origen, bien en la Universidad, bien en Educación Secundaria, si bien no aleja los pies del suelo: "Me gustaría vivir antes en un país de habla inglesa para poder mejorar el idioma. Soy realista y creo que de momento es imposible volver a España. La investigación y la educación cada día son más precarias, precisamente las ramas a las que me gustaría dedicarme".

La castrillonense asegura que "entre el gobierno y la monarquía", los españoles "estamos dando una imagen muy fea en el extranjero". "Aquí se habló muchísimo de las fotos del Rey cazando elefantes, y del caso Urdangarín", añade.

Lo que más echa de menos la joven de su tierrina, familia y amigos aparte, es "la comida y el mar" (se crió en Salinas, en pleno paseo marítimo). ¿Y lo que más le agrada de su país de adopción? "Lo prácticos que son a veces los alemanes, la oferta multicultural y de ocio que tiene Fráncfort, su concienciación sobre el medio ambiente y la cultura de tiendas y rastros de segunda mano", concluye.