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In memoriam

Rafael Ávila: en recuerdo de un luchador

Despedida a un defensor de la ecología, los animales, siempre combativo con la injusticia

Rafael Ávila: en recuerdo de un luchador

Hola Rafa. Esta noche estaba escribiendo la introducción a un libro que estamos preparando como homenaje y recuerdo a don Cástor Álvarez, sí, nuestro profesor de Música en el Instituto Carreño Miranda, el que nos enseñó a solfear con aquel viejo método de don Hilarión Eslava. El padre de Castorín. Se cumplen en noviembre cien años de su nacimiento y he querido hacer público el recuerdo suyo que permanece en la memoria de muchas personas, alumnos que fuimos y otros que, sin serlo, lo conocieron y lo apreciaron. Creo que se lo merece, porque fue un luchador, una buena persona, un humanista, pintor, músico, librero, pedagogo.

El libro lo ha confeccionado Ramón Rodríguez, nuestro también profesor de Dibujo en el Instituto y vecino tuyo en Salinas. Cuando estaba ya acabando mi trabajo, me entra un correo en el ordenador. Me lo enviaba "abuelete cascarrabias". El texto era escueto: "Román, comentarte que esta madrugada murió Rafael Ávila, el hermano del médico de nuestro Belenos Rugby Club, tu amigo Nacho". Quedé fulminado, ¡no podía ser! ¡Lucio me estaba tomando el pelo! Pero no, era verdad, me lo confirmó. Te habías ido, silenciosamente, pero era verdad, te habías ido.

La última vez que estuvimos juntos, en mi despacho de la Casa de Cultura, hablamos de lo divino y de lo humano, ¡Qué placer el hablar contigo! Cuando tardabas algo en venir te llamaba, ¿recuerdas? ¡Rafa, tengo aquí unos librinos que seguro que te gusten, quería que leyeses, pasa por aquí hombre, charlamos un poco y los recoges! Esa era la disculpa.

Y recordábamos viejos tiempos. Habíamos nacido el mismo año de 1951, habíamos acudido juntos al Carreño Miranda. Luego la vida quiso que te marchases de Avilés, pero seguí tus pasos por Marbella, tus cruzadas contra la corrupción, tu lucha por la ecología, tu pelea por los derechos de los animales. ¡Que gozada ver en el Facebook esas fotos en que niño, perro y gato dormían juntos compartiendo almohada! O verte llenar de arbolinos la plaza de la Pescadería Vieja. Alguna vez coincidimos también en el rugby pero hacía ya un tiempo que no venías a verme y yo, también, me descuidé en llamarte. ¡Cuánto lo siento Rafa!

Tenía pensado hacerlo ahora, con la edición del libro sobre el padre de Castorín. Ignoraba tu enfermedad, tu lucha, tu sufrimiento. Subí al tanatorio a darte el último adiós. Nacho se había ido a comer, no pude verlo. Estuve con su hijo y con tu hermana Maite. Al abrazarlos no pude evitar emocionarme con tu recuerdo. Cuando bajaba en el coche hacia Avilés, con los ojos empapados pensaba, lleno de rabia, lo injusta e incomprensible que es la vida.

Se lleva a una persona buena, justa y honrada a una edad en la que deberías tener derecho a leer, a pasear, a estar con tu familia y tus amigos?después de tanta lucha? Pero ya en el garaje, quedé un buen rato sentado dentro de mi coche, en completa oscuridad y la serenidad fue regresando a mi ser, sobre todo cuando pensé que esa vida me había permitido también, entre otras muchas cosas, tener el privilegio de conocerte, de gozar de tu conversación y de tu amistad. Ahora te has ido, en silencio, pero no del todo Rafa.

Tu recuerdo, tu ejemplo, siguen con nosotros y eso debe reconfortarnos. Son las 16.00 horas y no voy a ir a tu incineración, prefiero quedarme así, con tu recuerdo. Estoy seguro de que habrá muchas, muchas personas. Yo estaré también allí con mi pensamiento.

A Nacho lo veré otro día y le daré un abrazo y te recordaremos juntos. Te mando esta carta para que sepas que te recordaré, que te voy a echar de menos y que estoy orgulloso de haberte conocido y poder decir a quien quiera oírlo que Rafael Ávila Bayón fue mi amigo.

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