"En materia de corrupción no hay una supremacía entre la cultura mediterránea o la anglosajona; la diferencia entre ambas está en la respuesta que da el Estado ante los casos, siendo en la segunda de rapidez y condena. Personalmente, me puede dar igual que exista o no corrupción si hay jueces que van a actuar rápido y de forma contundente. Aquí radica la diferencia entre ambas sociedades", manifestaba ayer Francisco Gambarte en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés.

El secretario general de Ciudadanos intervino en una mesa redonda sobre la corrupción y que planteó la pregunta de si los anglosajones son superiores en economía y política. A este respecto, Joaquín Santiago, del centro de estudios Sella, indicó que "la distinción clásica entre el protestantismo y catolicismo está en la ética del trabajo". Haciéndose eco de las palabras del filósofo alemán Max Weber dijo que los primeros la orientan hacia la austeridad. "No buscaban el dinero por el dinero y sí como un signo externo de gracia divina del trabajo". Por su parte, para los católicos, "con una religión más racionalista, la ética del dinero era diferente. Si un mercader tenía un golpe de suerte que le hacía rico, eso era bueno". No obstante, afirmó que "no todos los católicos son iguales" y puso como ejemplo Francia, "uno de los países menos corruptos del mundo y donde la ética de lo público es muy estricta".

Por su parte, el abogado Gonzalo Botas, también presente en la charla, comenzó su intervención señalando que la "corrupción no son los delitos; es la tolerancia con esas actividades a lo largo del tiempo". Y más allá del dinero que sea bueno o malo, el problema, apuntó, está en las formas de adquirirlo.

Los tres ponentes coincidieron en destacar la necesidad de una actuación inmediata y contundente ante la corrupción: "No se reacciona ante la moral. Los banqueros y políticos se pasean por la calle y no dimiten", apuntó Gambarte. Igualmente, los tres intentaron ver la parte positiva de los acontecimientos de corrupción. "Somos más rigoristas. Algo está cambiando aunque no lo trasladamos a la política. Hay un hilo de esperanza", comentó Santiago, que considera necesario "restructurar los mecanismos de control si el entorno no es punitivo".