El Coro de Cámara de la Universidad de Salamanca abre a las 20.15 horas de hoy la Semana de Música Religiosa de Avilés bajo la dirección de Bernardo García-Bernalt, que a continuación habla sobre la formación que inició su andadura en 1984. La agrupación ofrece en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery un programa integrado por tres obras compuestas por el músico zamorano Miguel Manzano, entre ellas el estreno de la primera parte de Lucernario. El grupo actúa por primera vez en Avilés acompañado por las organistas Judith Helvia García y Delia Manzano.
-¿Cómo han afrontado la preparación de este programa y en especial Lucernario?
-El coro se ha especializado en la polifonía de los siglos XVI al XVIII. Esta obra que estrenamos es singular para nosotros porque sus raíces se hunden en el repertorio gregoriano y se acerca a la línea que trabajamos. Es un trabajo muy interesante y para disfrutar ya que nos encontramos con una obra que está en el ADN de la historia musical pero que ofrece un lenguaje de pleno siglo XXI. Es como encontrarse con un viejo conocido pero vestido de una manera contemporánea.
-¿Cómo surgió incluirla en el repertorio del coro?
-Miguel Manzano y yo llevamos en contacto desde hace tiempo. Él presentó dos de los himnos de esta obra al congreso que se celebró con motivo de quinto centenario de la construcción de la catedral de Salamanca. Al acabar le animé para que hiciera el ciclo completo. Con una energía desbordante estuvo trabajando hasta terminarlo hace un año. Durante el proceso me fue mandando lo que hacía, pero poco tenía que decirle. Me gustaba mucho y desde comienzos de este curso llevamos preparándolo.
-Actúan con dos organistas, ¿ha sido una tarea fácil compaginar voces y órgano?
-Los ensayos han sido duros. Trabajar con un órgano presenta problemas al ser un instrumento muy potente, muy grande y que se hace con la sonoridad.
-¿Es una obra difícil de escuchar?
-Con esta obra el diálogo que se establece es muy fácil para el publico. Además de para oír y disfrutar, es una música para reflexionar, sentir y pensar. La potencia del canto gregoriano es enorme y acaba inundándolo todo. La gente no se va a encontrar con algo que no entiende. Es una música que va a los orígenes, a las células madre de nuestro gusto.
