El fundador de la cadena textil Los Telares cree que la compañía aún puede salvarse, aunque no sin dificultad. El empresario avilesino de origen astorgano Julián Rus liga el futuro de la firma, en fase de liquidación, a una inversión de al menos ocho millones de euros y a una ardua negociación. "Estoy completamente seguro de que si hubiese dinero, y con una negociación muy difícil, se podría seguir adelante con la empresa. Pero con menos de ocho millones es imposible", aseguró ayer Rus en la sede de la Cámara de Comercio de Avilés, donde rompió su silencio de meses. El empresario ve "difícil de entender" que el fondo de inversión suizo que adquirió su compañía hace apenas siete meses (Gryphus Partners) la haya llevado a la liquidación, un devenir que atribuye a una "pésima gestión". "Lo que han hecho es echar al garete una empresa que podía haber salido adelante por inutilidad, por no escuchar y por soberbia. Y en los últimos tiempos, además, con bastante maldad y malicia", sentenció.

Ni en sus peores pesadillas podría haber imaginado Julián Rus que los compradores de la firma textil que fundó en Avilés y que emplea a unas 600 personas en toda España (150 de ellas en Asturias) la llevarían a la liquidación. "Hicieron un negocio estupendo, adquirieron por un euro una compañía que necesitaba un poco de financiación. Se llevaron un chollo", aseveró Rus, que poco amigo de las comparecencias públicas hizo de tripas corazón para exponer su versión de cómo Los Telares ha acabado en un concurso de liquidación, en quiebra.

Fue en 2008 cuando la situación de la compañía "se complicó muchísimo" por la crisis, la caída del consumo y las restricciones de crédito. Así, en 2010 Los Telares firmó un crédito sindicado (una de las formas en que las empresas consiguen financiación externa a través de deuda y que se divide entre varios bancos). Lejos de salir a flote, los gastos fueron mayores que los ingresos y en 2012 comenzó la tramitación del concurso de acreedores. "Iniciamos el preconcurso, que inmediatamente tuvimos que transformar en concurso porque era la única manera de sacar la empresa adelante y mantener el mayor número posible de puestos de trabajo, que era la gran preocupación", explicó Rus. Lo único que le hacía falta para conseguirlo era "un poco de financiación, dos millones de euros (por aquel entonces la facturación pasaba de 40 millones)". Lo intentó por activa y por pasiva: con bancos, con particulares, con fondos de inversión. "No hubo nadie que nos echara una mano para poder salir adelante", lamentó Rus.

En octubre de 2014 Los Telares estaba ya al borde de la liquidación ante esa falta de financiación. Y fue entonces cuando el Grupo Gryphus, que se había interesado por la compañía, inició una negociación en firme que se prolongó por la negativa de Rus a firmar la compra-venta hasta que quedase asegurado el pago de las deudas y el mantenimiento del empleo. El contrato se firmó en una notaría madrileña el 28 de noviembre de 2014, y entre las condiciones se incluía la posibilidad de devolver la compañía si en un periodo de tiempo establecido el negocio no funcionaba. Julián Rus tuvo que renunciar a todos sus derechos políticos y los nuevos propietarios asumieron la gestión el pasado 1 de diciembre, y con el asesoramiento del fundador.

Los nuevos propietarios iniciaron las negociaciones con arrendadores y proveedores, empezaron a comprar mercancía, pero el pasado abril empezó el "caos y el desconcierto". Siempre según el relato de Julián Rus, comenzaron los incumplimientos, entre ellos el pago de las nóminas de los trabajadores. ¿Qué ocurrió? "Hicieron unos planteamientos comerciales incorrectos y se obstinaron con ellos", señaló Rus, que insistió en que en todo momento Gryphus Partners tuvo información contable de Los Telares "al céntimo".

¿"Quien iba a pensar en esto? Pagaron la extra de diciembre, las nóminas, los encargados de las tiendas mostraban entusiasmo... Nunca pude pensar en una evolución así (...) Si en vez de los seis millones que dijeron que iban a invertir en cuatro meses hubiesen metido tres y negociado bien, no habría ningún problema (...) Invirtieron unos dos millones, pero fueron metiendo y sacando dinero y se les debe unos 400.000 euros", explicó Rus, que sopesa emprender acciones legales contra los compradores de la cadena textil.