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El guardián de Ensidesa acaba su trabajo

Javier Gancedo deposita en el Archivo Histórico Provincial de Oviedo los últimos retazos documentales de la compañía siderúrgica, entre ellos los libros de firmas honoríficas

firmas para la historia. En la secuencia, de arriba abajo, las rúbricas y dedicatorias de Carmen Polo de Franco, esposa de Francisco Franco; María Teresa de Borbón, prima de Juan Carlos I, y varios ingenieros japoneses que en 1964 participaron en el montaje de alguna instalación siderúrgica.

La memoria de Ensidesa, plasmada en cientos de miles de documentos, libros, informes, planos y fotos ya está a salvo; y si no lo está en su totalidad dado que por el camino se han perdido fragmentos debido fundamentalmente a la desidia en materia de conservación, si al menos en cantidad suficiente como para que las generaciones y los investigadores venideros tengan a su alcance el material de primera mano necesario para analizar con todo lujo de detalles lo que significó la implantación de Ensidesa en un territorio al que la fabricación del acero transformó como no había hecho antes ningún otro acontecimiento.

El depósito ayer en el Archivo Histórico Provincial, la institución que ahora vela por los "papeles de Ensidesa", de un amplio compendio de archivos informáticos (104.833 referencias contenidas en 1.769 carpetas que ocupan una memoria digital de 413 gigabytes) completa un proceso que comenzó hace dos años y que ha servido para evitar la segura destrucción de toneladas de documentos que a Arcelor le estorbaban y que a nadie parecían importarle. La persona que recopiló y entregó ayer esos archivos -supuestamente los últimos disponibles- es Javier Gancedo, el exjefe de documentación de Ensidesa, uno de los cabecillas del movimiento conservacionista que hizo posible el milagro de preservar la memoria de la moderna siderurgia asturiana.

Previamente, Gancedo y sus colaboradores -mención especial para el exconcejal de Cultura de Avilés, Román Antonio Álvarez-, habían trasladado a Oviedo camiones enteros de documentos y legajos; tal es la cantidad de material de Ensidesa en poder del Archivo Histórico Provincial que la labor de catalogación y conservación, siendo optimistas, se prevé que dure años. El "guardián" del archivo de Ensidesa dice ahora que su misión ha concluido y anima a quienes tengan o sepan de piezas valiosas que aún puedan enriquecer más el tesoro que guarda el Archivo Histórico a que las cedan.

Casualidades del destino -o mérito a la constancia- Javier Gancedo, hizo hace menos de un mes un hallazgo tan simbólico que viene a ser la guinda perfecta al trabajo ímprobo desarrollado los últimos años. Se trata de los libro de firmas honoríficas de Ensidesa, que llegaron a parar a manos de Gancedo gracias a una decisiva llamada telefónica de amigos cercanos. Esos libros atestiguan tanto las numerosas personalidades que visitaron la empresa avilesina -desde Carmen Polo de Franco al entonces Príncipe de Asturias don Juan Carlos de Borbón- como las continuas inauguraciones industriales que vivió la villa en las décadas de los años 50 y 60 del pasado siglo.

Búsqueda con premio

"Llevaba años detrás del libro y temí seriamente que se perdiera. Hace un mes, me llamaron unos amigos que tenían en sus manos un 'documento' y no sabían que hacer con él. Fue una gran sorpresa cuando pusieron el libro en mis manos", explicó a este periódico Javier Gancedo. El libro de firmas, cuya rúbrica inicial fue estampada por la esposa de Francisco Franco, está plagado de testimonios que personalidades del mundo político y empresarial de la época dejaron escritos. Políticos y militares del antiguo régimen, empresarios japoneses y estadounidenses, así como políticos extranjeros salpican las páginas de un libro que da cuenta de la dimensión que tomó Ensidesa, una empresa que según Gancedo "no fue sólo el motor de Avilés y Asturias, sino de media España".

La aportación del exresponsable del archivo documental de Ensidesa va más allá del libro de firmas recién hallado, pues realizó una gran labor de recopilación y catalogación no sólo de escritos, sino también de fotos y maquetas que engrosan los fondos de un archivo regional que crece a ojos vista. "Hay estanterías de tres kilómetros de largo llenas de material histórico. Están desbordados en estos momentos", señaló Gancedo.

La recolección fue ardua, y requirió de un trabajo enorme. "Las amistades nos enviaban al principio documentos no sin cierto recelo, ya que no se fiaban mucho de nuestras intenciones: no sabían si íbamos a vender los documentos o si por el contrario los donaríamos al archivo histórico", explicó Javier Gancedo.

El norte que movió en todo momento a Gancedo y a sus colaboradores -a los que no se cansa de agradecer su apoyo- fue dar fe de la importancia y la trascendencia de Ensidesa en la historia de Avilés, además de dar ejemplo para "incentivar a aquellas personas que tengan documentos o materiales históricos en estanterías o en sótanos cogiendo polvo que los donen antes de que se pierdan".

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