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El cine Patagonia, de ruina a cascotes

La emblemática sala de Miranda, ahora a medio derruir pese a que se encontraba en fase previa de protección, proyectó su última película en 1971 - El edificio, construido a mediados del siglo XX, acogió festivales, tareas de formación profesional - e incluso sirvió como almacén de muebles

Fachada del cine Patagonia antes del comienzo de los trabajos de demolición. RICARDO SOLÍS

El 25 de diciembre de 1957 abrió sus puertas al público el cine Patagonia. Un solemne acto de inauguración, que incluyó la bendición local y un rumboso "lunch", dio paso a la proyección de su primera cinta: "Rose Meri", de Mervin LeRoy. El cinematógrafo de Miranda, en estado ruinoso desde hace años, es ahora cascotes. Una pala tiró abajo el pasado lunes la fachada del inmueble, llamado a dar paso a apartamentos y estudios. El derribo ha devuelto a la actualidad al Patagonia. La sala forma parte de un listado de 50 cinematógrafos asturianos susceptibles de ser incluidos en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias (IPCA) y, pese a ello, el Ayuntamiento avilesino concedió licencia para la piqueta a su propietario. La demolición está parada, pero el Patagonia se ha quedado ya sin fachada; ha pasado de la semi ruina a los cascotes.

Fructuoso Lanza, constructor que acaba de concluir la edificación del cine de Llaranes, y José Suárez Menéndez, hijo del dueño del conocido comercio avilesino "La Casa de las Medias", se asociaron para construir y explotar este establecimiento cinematográfico a finales de la década de 1950, siguiendo el proyecto del conocido arquitecto Juan Corominas, también autor del cine Marta y María.

La gran pantalla de Miranda se encendió por primera vez en la Navidad de 1957. Los llenos se sucedieron durante los primeros años de funcionamiento, cuando los nuevos avilesinos que residían en La Carriona y Miranda (eran los tiempos en que florecía Ensidesa) acudían en tromba al cine que levantaron José Antonio Suárez y Fructuoso Lanza. Y llenar el Patagonia no era cualquier cosa. El aforo del patio de butacas era de 550 personas, a las que se añadían asientos supletorios en el anfiteatro (donde también estaba instalada la cabina de proyección) en función de la afluencia de público.

Las sesiones eran los sábados, domingos, lunes y jueves, que era cuando se programaban pases continuos. Los fines de semana había hasta tres sesiones por la tarde y una matinée (a las 14.00 horas) para películas infantiles. Las entradas empezaron a costar siete pesetas y llegaron a las 50. El negocio funcionó bien durante una década, hasta que la televisión entró en los hogares y los avilesinos empezaron a cambiar la pantalla grande por la pequeña.

Trece años después de abrir sus puertas al público, el Patagonia se apagó el 29 de junio de 1971. El inmueble acogió más adelante festivales, se usó como taller para cursos de albañilería e incluso fue almacén de muebles. El abandono y el paso del tiempo sumió al Patagonia en un estado de semi ruina y sus buenos tiempos forman ya sólo parte de la memoria de los vecinos que se sentaron en sus butacas.

A algunos sorprende que el Principado haya incorporado el cine de Miranda en el Inventario de Patrimonio Cultural dado su deterioro. La ficha del edificio elaborada por la Dirección General de Patrimonio recoge que su estado de conservación es deficiente y las imágenes que acompañan este artículo así lo corroboran. Ahora, además, el inmueble se ha quedado sin fachada, dejándolo aún más desnudo de lo que estaba.

El derrumbe del edificio está generando un auténtico estruendo. En ruinas o no, el Ayuntamiento ha dado permiso a su propietario para demolerlo cuando por el momento no se podía tocar. Y la oposición ya ha advertido de que exigirá responsabilidades políticas y llevará el caso a la Fiscalía. La película del Patagonia, al menos por el momento, no ha llegado a su fin.

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